Los iraníes acuden este viernes a las urnas por primera vez desde la rebelión de las mujeres, conocida en el mundo por el lema "Mujer. Vida. Libertad", desencadenada tras la muerte en prisión de la joven Mahsa Amini en otoño de 2022. El Líder Supremo, el ayatolá Ali Jamenei, que cumple 85 años en abril con una salud deteriorada, ha pedido a los ciudadanos que voten: "Todos los que aman este país, su gente y su seguridad han de saber que sufriremos si el voto es débil". Con claridad ha sentenciado: "Las elecciones son un deber y cualquiera que se oponga se opone a la República y al Islam".

La participación será clave para determinar el apoyo con el que aún cuenta el régimen de los ayatolás. La Premio Nobel de la Paz de 2023, Narges Mohammadi, ha trasladado un mensaje desde la cárcel: "El boicot es una obligación moral para los iraníes que ama la libertad y buscan la justicia".

Más de 61 millones de iraníes están convocados a las urnas. Elegirán a los 290 miembros del Parlamento entre más de 15.000 candidatos y a los 88 miembros de la Asamblea de Expertos, entre 144 aspirantes. Este foro, con un mandato de ocho años, es el que elige al Líder Supremo y es probable que los elegidos este viernes sean quienes designen al sucesor de Ali Jamenei.

En realidad, es el Líder Supremo quien decide la política exterior, ahora marcada por las intervenciones a través de proxys (Hizbulá, los hutíes o Hamás) contra Israel y sus aliados occidentales, que está estrechamente relacionada con la política económica. A su vez, el gobierno, el parlamento y la Asamblea de Expertos están en manos de dirigentes nombrados por el Líder Supremo.

Aún así el régimen se asegura que el disenso sea mínimo, pero celebra elecciones como si eso quisiera decir que es el pueblo quien tiene en sus manos y sus mentes la capacidad de tomar decisiones.

Ya en 2020 la participación fue por primera vez inferior al 50% desde la proclamación de la República Islámica en 1979. En 2021 fue del 49% y hubo 3,7 millones nulos. Las últimas encuestas oficiales apuntan que rondará el 40%. Una empresa de sondeos semiestatal incluso preveía que bajaría hasta el 38,5%. Pero la oposición cree que incluso es menor.

Celebran elecciones porque quieren mostrar que son diferentes a las monarquías del Golfo

ryma sheermohammadi, activista iraní

"Celebran las elecciones porque quiere mostrar que son diferentes de los países vecinos. Es lo que distingue a Irán de las monarquías del Golfo. Pero la participación real no llegará al 10%. Hay preocupación de que haya mucha abstención. Uno de los mensajes oficialistas dice: 'Si tu voto no importara, no te dirían que no votes'. Desde las cárceles están pidiendo que la gente no vaya a votar. Pero al régimen le da igual en el fondo. Incluso el portavoz del Consejo de Expertos ha dicho que nada impide legalmente a las mujeres votar sin velo", explica Ryma Sheermohammdi, activista iraní residente en Barcelona.

Criba de candidatos

De forma previa a la presentación de candidaturas hubo una criba que dejó fuera a los candidatos prorreformistas. Ni siquiera el ex presidente Hasan Rouhani ha podido presentarse. En total solo 30 candidatos reformistas están entre los más de 1.500 aspirantes a ser diputados. Los conservadores dominan el Parlamento desde 2004 y así seguirá siendo tras estos comicios. La única duda es si dominarán los ultras o los pragmáticos.

Tanto la Asamblea de diputados como el Consejo de Expertos están supervisados por el Consejo de los Guardianes, formado por juristas y clérigos leales a Jamenei.

Los reformistas están divididos sobre qué sería mejor: participar o no hacerlo. La Lista Reformista, una alianza de partidos moderados, no se presenta en Teherán, pero sí lo hace en las localidades adónde el candidato reformista puede llegar.

Son muchos los iraníes que se quejan no solo del proceso electoral sino también de la rampante inflación y la escasez económica, agravada desde que el entonces presidente Donald Trump decidió unilateralmente salirse de un acuerdo con Irán, a cambio de que los ayatolás fuera renunciado progresivamente del club nuclear.

Para el régimen iraní tienen un significado especial, ya que son las primeras desde que muchas mujeres decidieran desafiar a los ayatolás y se quitaron el velo en público. Evocaban con este gesto a la joven Mahsa Amini, detenida por no llevar el velo correctamente. Murió en prisión sin que el régimen supiera dar una explicación coherente sobre lo que había pasado.

Más de 560 disidentes han sido detenidos y cientos han resultado heridos en la represión. Varios han sido condenados a muerte: ocho ya han sido ejecutados. Mahsa Amini se ha convertido en un símbolo de la lucha por la libertad de las mujeres iraníes. La represión seguirá. Pero la rebelión también.