Crece el temor internacional a un ataque de Irán contra Israel. Mientras el presidente norteamericano, Joe Biden, cancelaba su fin de semana en Delaware y regresaba a Washington para reunirse de urgencia con sus consejo de seguridad en la Casa Blanca, el ministro de Defensa hebreo, Yoav Gallant, ha explicado en un comunicado que Israel ha incrementado su capacidad de defensa ante la posibilidad de "un ataque planificado por Irán y sus representantes" contra su país. El Gobierno ha prohibido la celebración de actividades educativas y las aglomeraciones hasta el lunes como medida de prevención.

"En los últimos días hemos fortalecido nuestro esquema defensivo y ofensivo y estamos decididos a tomar todas las medidas necesarias para defender a los ciudadanos", ha asegurado Gallant, antes de detallar que se han puesto en marcha nuevas capacidades "por tierra, aire y mar" y en coordinación con socios como Estados Unidos. "Estamos decididos a defender a nuestros ciudadanos contra el terrorismo (de Irán) y sabremos cómo responder", añadió.

Desde las 23 horas de este sábado –ocho de la tarde hora española– hasta la misma hora del próximo lunes, el Gobierno israelí ha prohibido actividades educativas como excursiones y campamentos durante las vacaciones de la Pascua judía, así como las aglomeraciones de más de 1.000 personas en espacios públicos, o de más de 100 en las áreas próximas a Gaza y de más de 30 en "la línea de enfrentamiento".

Estas decisiones se producen un día después de que el presidente norteamericano advirtiera que el ataque de Irán contra Israel se espera "más pronto que tarde", y el mismo día que la Guardia Revolucionaria iraní ha secuestrado en el golfo Pérsico el MSC Aries, un buque mercante vinculado a Zodiac Maritime, empresa perteneciente al multimillonario israelí Eyal Ofer. Una captura que ha elevado aún más la tensión en todo Oriente Medio pero sobre todo en Israel, que aguarda un ataque en represalia –orquestado por Irán pero que podría llegar desde países aliados como Siria– tras el bombardeo del consulado iraní en Damasco el pasado 1 de abril, en el que murieron siete miembros de la Guardia Revolucionaria y seis ciudadanos sirios.