“Tendréis paz en Oriente Medio, pero no con estos payasos que tenéis gobernando Estados Unidos ahora mismo”. Fue la promesa que Donald Trump lanzó la pasada semana durante la visita a un restaurante libanés en Dearborn, la ciudad con mayor población musulmana de Estados Unidos en el estado clave de Michigan. Las adhesiones que el republicano cosechó en su periplo entre los árabes de Dearborn y Hamtramck, incluido su alcalde de origen yemení, hubieran sido impensables hace apenas cuatro años pero la guerra en la Franja de Gaza y el apoyo incondicional de la administración Biden a Benjamin Netanyahu han creado amistades inesperadas entre extremos. Su elección fue recibida con euforia entre los ministros más ultraderechistas del gabinete de Netanyahu.
“Trump dijo que pondría fin a la guerra en Gaza. Está claro que, desde una perspectiva militar, no queda mucho en Gaza para ser destruido por el ejército israelí”, señala a El Independiente Kawa Hassan, experto en Oriente Próximo y norte de África del centro de análisis Stimson. El próximo presidente de Estados Unidos también ha insistido durante la campaña en que Biden debería “terminar el trabajo” para que la operación militar israelí no sea uno de los asuntos pendientes en su transferencia de poder. En sus declaraciones públicas, no obstante, Trump no ha dudado en ofrecer una defensa cerrada de Israel y su primer mandato deja pocas dudas de su cercanía absoluta a Tel Aviv.
Más margen de acción para Israel
Más allá de esas presunciones, el resto es una incógnita, a la altura de las aristas y el temperamento de un personaje que impulsó los Acuerdos de Abraham que permitieron a Israel normalizar relaciones con Emiratos Árabes Unidos, Marruecos, Bahréin y Sudán. “Es muy difícil aventurarse. Como un conjunto de suposiciones preliminares, yo diría que una administración Trump estará más inclinada a dar a los israelíes margen de maniobra siempre y cuando los israelíes no creen una situación en la que Trump se enfrente a una gran guerra israelí-iraní”, apunta a este diario Aaron David Miller, quien fuera durante más de dos décadas asesor para Oriente Próximo de secretarios de Estados demócratas y republicanos.
En Cisjordania la administración Trump proporcionará al gobierno israelí todo el espacio que necesita para continuar con sus políticas anexionistas
“En Cisjordania la administración Trump proporcionará al gobierno israelí todo el espacio que necesita para continuar con sus políticas anexionistas. En Irán apoyará una política más dura, con más sanciones, y podría dar a los israelíes más margen de maniobra en la construcción de lo que ahora es la nueva normalidad. Los israelíes y los iraníes han logrado ahora atacar el territorio del otro abierta y directamente dos veces sin una escalada importante y una gran guerra de múltiples frentes. Es un mal presagio para la estabilización o cierto equilibrio entre Israel e Irán, pero Trump no desea una gran guerra en Oriente Medio. Es la línea roja”, pronostica Miller sucintamente.
Su carácter imprevisible, arguye el analista Haizam Amirah Fernández, “abre un abanico de escenarios amplio en Oriente Medio”. “De partida, Trump será un gran apoyo para Israel. Los líderes políticos y la sociedad israelí han recibido eufóricamente su elección. Ahora bien, Trump va a escuchar a otros actores de Oriente Medio y es posible que los escuche más que lo que hizo Joe Biden durante el último año”, subraya el experto español.
Su amistad con los monarcas del Golfo, una de las claves
Durante su primer paso por la Casa Blanca el magnate trabó estrechas amistades con los líderes del golfo Pérsico, principalmente Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos. La región ha cambiado algunas de las dinámicas de entonces. La refriega con Qatar, que Trump alentó, ha quedado atrás. Y los saudíes han emprendido la reconciliación también con los iraníes, en parte por la constatación del riesgo que supone un actor en su patio trasero, los hutíes de Yemen que han salido fortalecidos a la guerra civil iniciada en 2015 y la campaña de bombardeos lanzada por una coalición árabe liderada por Riad. En el fragor de la contienda, los hutíes -hoy centrados en atacar a Israel y la navegación comercial en el mar Rojo- llegaron a atacar instalaciones petrolíferas en territorio saudí.
Tanto Trump como los líderes árabe tienen más prisa por acabar la guerra que Netanyahu
Las petromonarquías podrían coincidir con Trump en la necesidad de cerrar la contienda en Gaza y el Líbano. “Tanto Trump como los líderes árabe tienen más prisa por acabar la guerra que Netanyahu. En el caso del israelí, acabar la guerra podría suponer que él acabe en la cárcel. Trump ha conseguido convencer a muchos estadounidenses de que no llevó al país a la guerra en el primer mandato y que acabará con la guerra en Ucrania y Oriente Medio. La economía ha sido clave para muchos votantes y muchos ven la guerra como un despilfarro económico. Trump dijo aquello de que quiere acabar con las guerras inacabables y lo ha usado en esta campaña. La primera lectura puede ser que va a dar un apoyo incondicional a Israel pero hay más factores impredecibles en el caso de Trump que los que hubiera sido los de Harris en la Casa Blanca”, alega Amirah Fernández. “En su afán por hacer tratos y transacciones con saudíes, emiratíes y qataríes, Trump puede plantear escenarios al Gobierno israelí que no sean sus favoritos al cien por cien. Para Netanyahu ha sido fácil decir a no a lo que le ha pedido Biden durante algo más de un año pero no le sería fácil decirle que no a Trump”.
La normalización entre Israel y Arabia Saudí, misión prioritaria
Una de las apuestas seguras de Trump sería medrar para lograr la normalización entre israelíes y saudíes, un horizonte que parecía próximo en los meses previos a los ataques de Hamás del 7 de octubre de 2023 pero que saltó por los aires con las arremetidas de la organización islamista palestina y la posterior operación militar israelí. “La normalización entre Arabia Saudí e Israel va a ser la máxima prioridad de la administración Trump. Es el premio grande”, comenta Amirah Fernández.
“Trump puede tener potencialmente una forma totalmente nueva de ver la resolución del conflicto de una manera más integrada con la paz regional árabe-israelí. Hasta ahora, la administración Biden lo ha tratado de forma muy convencional y se ha ceñido a clichés que no han cambiado la situación sobre el terreno. Trump intentará crear una solución que implique de forma proactiva a los Estados del Golfo y a Israel, en lugar de centrarse en la gestión de la crisis”, desliza Ghanem Nuseibeh, experto defensor de unos Acuerdos de Abraham censurados por los palestinos porque Netanytahu apostó por ellos para tratar de sepultar y esquivar cualquier compromiso político que resuelva un siglo de disputa que han modelado Oriente Medio.
Si el segundo mandato de Trump es como el primero, volverá a entregar la política estadounidense en Oriente Medio a Netanyahu y el príncipe heredero saudí
Durante la campaña electoral, Trump ha tratado de pescar en ambos bandos: mientras explotaba la desafección entre la minoría árabe hacia Biden, se ha jactado de ser “el mejor amigo” de Israel. Ha arremetido coléricamente contra las protestas pro palestinas que estallaron en primavera en los campus universitarios del país; ha prometido desempolvar la prohibición a la migración musulamna que ya aplicó durante su primer mandato; y ha amenazado con aplicar tolerancia cero a quienes critiquen al Estado judío. “Si conseguís que me elijan, y realmente deberíais estar haciendo esto... vamos a hacer retroceder ese movimiento [la campaña de solidaridad pro Palestina] 25 o 30 años”, proclamó ante donantes judíos en un acto en Nueva York a principios de año.
“Si el segundo mandato de Trump es como el primero, volverá a entregar la política estadounidense en Oriente Medio a Benjamin Netanyahu y el príncipe heredero saudí Mohamed bin Salman”, advierte a este diario James Gelvin, profesor de Historia Moderna de Oriente Próximo de la Universidad de California. “Lo que esto significa es que dará a Netanyahu vía libre en su guerra contra los palestinos y adoptará una postura de halcón hacia Irán. No habrá embargo de armas ni sanciones contra Israel sin importar cuántos civiles palestinos mueran, y si el actual gobierno de Israel decide expulsar a los palestinos de Cisjordania y Gaza o reocupar Gaza, por improbable que sea, también lo apoyará”.
Máxima presión sobre Irán
“Después de todo, durante la campaña Trump utilizó el término 'palestino' para desacreditar a un oponente. También aceptará la justificación de Netanyahu para sus sanguinarias campañas en Gaza y Líbano como si fueran, en realidad, guerras contra la agresión iraní. A pesar de su lema 'América primero', Trump probablemente renovará su temeraria política contra Irán, y sin duda apoyará un ataque israelí contra las instalaciones nucleares iraníes. El acuerdo nuclear con Irán, del que Trump retiró a Estados Unidos, fue un triunfo en política exterior para su predecesor, Barack Obama, algo que enfurece a Trump. En resumen, Trump volverá a intentar deshacer más de 30 años de política estadounidense hacia el conflicto entre Israel y Palestina”, agrega Gelvin.
En la ecuación iraní, pronostica Hassan, resulta plausible “la máxima presión 2.0, es decir, más sanciones contra Irán, pero también el gobierno israelí tendrá más libertad y espacio para atacar a Irán de forma intermitente según lo considere necesario para debilitar aún más a Irán”. “Y también esta máxima presión 2.0 puede incluir un mayor debilitamiento de la influencia regional de Irán, probablemente tratando de trabajar con algunos estados árabes. Pero aún está por ver si los estados árabes del Golfo quieren formar parte de ese intento, porque no quieren que aumenten las tensiones en la región, ya que eso afectaría a su estabilidad interna, pero también a sus visiones económicas para desarrollar sus propios países”, aduce.
Esta máxima presión 2.0 puede incluir un mayor debilitamiento de la influencia regional de Irán, probablemente tratando de trabajar con algunos estados árabes
En su modo de hacer política imbricada a sus propios intereses empresariales, Trump abona pocas expectativas entre los palestinos. “Todavía no sabemos si Trump seguirá su ocasional vía no intervencionista o si se mantendrá cerca de los intereses de Israel”, apunta Jessica Winegar, profesora de Antropología de la Cátedra Hamad Bin Khalifa Al-Thani de Estudios sobre Oriente Medio. “Desde luego, su afición por los hombres fuertes no augura nada bueno para los palestinos mientras Netanyahu esté en el poder, ni tampoco los intereses económicos de su yerno Jared Kushner en Gaza”, apostilla.
Continuismo entre Biden y Trump
“Nada fundamental cambia. La administración Biden no se apartó en absoluto del camino marcado por la primera administración Trump, que comprende tres elementos principales”, detalla Muhannad Ayyash, profesor de Sociología de la universidad canadiense de Mount Royal. “Primero, abandonar cualquier pretensión sobre una 'solución de dos Estados'; segundo, el desarrollo de la vía de los Acuerdos de Abraham, que normalizarán las relaciones entre Israel y Arabia Saudí, naturalizando así la idea de que Israel es la única potencia soberana verdadera en la tierra de la Palestina histórica. Esto significa que los palestinos disfrutarán de cierto grado de autoadministración en pequeños territorios, pero nunca de un verdadero Estado o soberanía”, añade.
“El tercer elemento es la contención de Irán. Impulsar los Acuerdos de Abraham significa crear un nuevo aparato económico y de seguridad en la región entre Israel, Arabia Saudí, Emiratos, Jordania, Egipto, Bahréin y posiblemente otros como Omán, en un esfuerzo por asegurar los intereses estadounidenses en la región. Esto consolidaría la posición de Estados Unidos en la región, asegurando su acceso a recursos energéticos y rutas comerciales críticos, y colocando a Estados Unidos en una posición favorable en su cada vez más tenso enfrentamiento con China. Estos tres elementos fueron los rasgos distintivos de la primera administración Trump, Biden continuó por este camino y lo avanzó con su apoyo incondicional al genocidio en Gaza, la continua presión sobre Irán y sus continuos esfuerzos para proteger a Israel de toda presión económica y diplomática. Sospecho que la segunda administración Trump simplemente continuará impulsando aún más este camino y buscará eliminar la 'cuestión Palestina' de una vez por todas”, concluye Ayyash.
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