Jorge Mario Bergoglio (Buenos Aires, 1936-Roma, 2025) dejó de ser monseñor Bergoglio el 13 de marzo de 2013, tras la renuncia un mes antes de Benedicto XVI, quien siguió como Papa emérito hasta su muerte en diciembre de 2022. Monseñor Bergoglio eligió el nombre de Francisco I. Su designación sorprendió al mundo. Por primera vez un Papa procedía de América, en concreto de Argentina. Y por primera vez pertenecía a la Compañía de Jesús.

Ordenado sacerdote en 1969, fue superior provincial de los Jesuitas en Argentina entre 1973 y 1979, años de la dictadura militar, luego rector del Colegio Máximo de Buenos Aires entre 1980 y 1986, obispo titular de Oca entre 1992 y 1997, arzobispo primado de Buenos Aires entre 1998 y 2013, cuando fue elegido Pontífice. Su Papado ha revolucionado la Curia.

Siempre estuvo preocupado por la unidad de la Iglesia. Cuando era superior provincial de los Jesuitas tuvo que lidiar con la dictadura militar argentina. La Teología de la Liberación fue perseguida por los militares, y tenía a sus principales defensores en los Jesuitas, que convivían con facciones más conservadoras. Esta actitud definió siempre a Francisco, y por eso ha sido constantemente acusado de simpatizar con el modernismo por los sectores conservadores, y de ser moderado por los sectores progresistas.

Su conservadurismo doctrinal, definido en los Ejercicios de San Ignacio y también en la misión pastoral del Concilio Vaticano II, como también en los Padres de la Iglesia, lo sitúan al lado de los pobres y los necesitados, mientras por otro lado condena el relativismo moral o alejarse de los santos.

En su primera encíclica, Lumen Fidei, publicada el 29 de junio de 2013, recuerda que el conocimiento de la fe está ligado a la alianza de un Dios fiel, y recuerda el mensaje de San Pablo de fides ex auditu, la fe nace del mensaje que se escucha. Esta máxima también fue clave para el pontificado de Benedicto XVI, quien consideraba fundamental entender que el mensaje de Dios al hombre se hace mediante la palabra. Francisco ha sido el primer Papa que ha convivido con su antecesor, de quien dijo: "Me dejó crecer".

Retórica sencilla

También la palabra define también el Papado de Francisco, quien consideró fundamental expresarse sobre las cuestiones de los necesitados, de aquellos que sufrían, para hacer llegar la luz del amor de Jesús.

La retórica de Francisco estuvo marcada por la sencillez para hacer llegar su mensaje, incluso en cuestiones complejas, expresó siempre un discurso claro para que todo creyente pudiera comprender. Un ejemplo de ello lo podemos ver en la reverencia y guía de San Francisco de Asís sobre el papa Francisco, ya que tanto en Laudato si’ y en Fratelli Tutti se inspiró en el santo para expresar su posicionamiento sobre la sencillez, ecología y la fraternidad humana.

Un Papado digital

El Papado de Francisco también ha sido un papado digital. El auge de las redes sociales en los años de su Pontificado ha jugado un papel clave en convertirlo en una de las cien personas más mediáticas, e incluso fue portada de Rolling Stones en 2014.

Esta proyección como una figura pop no ayudó entre los sectores conservadores, quien lo han visto como rupturista, ni tampoco en los sectores progresistas, quienes le han considerado poco ambicioso en sus reformas, como los obispos alemanes.

La polarización social también ha hecho que sus mensajes rápidamente fueran resignificados como izquierdistas o derechistas según convenían. Todo esto ha creado una nube de desinformación alrededor de la catedra de San Pedro, y al mismo tiempo ha difuminado la trascendencia pastoral de la obra de Francisco. 

Un ejemplo de ello es la supuesta adversidad con Benedicto XVI, que, a pesar de ser continuamente referenciado en los discursos y escritos de Francisco, mediáticamente ha trascendido que eran polos opuestos. Pero debemos ver que es una constante, porque cuando Juan XXIII abrió el Concilio Vaticano II también se consideró que estaba yendo más allá de lo que debería, y entonces surgió una nostalgia por Pío XII. Y cuando León XIII publicó la Rerum Novarum (1891), surgió un movimiento reaccionario de nostalgia por Pío IX, el papa anterior.

El Papa Francisco, en El Vaticano en la Navidad de 2024.
El Papa Francisco, en El Vaticano en la Navidad de 2024. | EUROPA PRESS

La doctrina del Concilio Vaticano II

El Papa Francisco ha puesto al día la interpretación de la doctrina eclesiástica del Concilio Vaticano II hasta hoy, sin que esto signifique modificar nada, ni tampoco abrirse a cuestiones polémicas. De hecho, muchos de los supuestos cambios que se daban como inminentes, realmente no se han producido, y no porque haya opiniones en contra, sino porque tampoco sabremos si realmente se han planteado en el sí de la Santa Sede.

La cuestión de la ordenación de mujeres, de terminar con el celibato, sobre la bendición de homosexuales, entre otras cuestiones, algunas de ellas se han afrontado dentro de lo que dictaminan los Padres de la Iglesia, y algunas han sido reformas administrativas y burocráticas como facilitar la nulidad matrimonial en el Tribunal de la Rota. Es una cuestión poco mediática, pero que facilita mucho las cosas dentro de la vida diaria de la comunidad cristiana, ya que era un trámite administrativo extremadamente lento.

Además, también puso orden a la estructura eclesiástica. La creación de los dicasterios para dar un nuevo impulso a la cuestión pastoral y a la cuestión administrativa de la Iglesia Católica también es destacable en su Papado, ya que sin una buena estructura no se pueden realizar las tareas correctamente.

La Praedicate Evangelium, de 19 de marzo de 2022, reorganizó la Curia Romana, y suprimió las congregaciones y consejos pontificios para ser dicasterios. Esto puso al día la constitución apostólica Pastor Bonus (1988) de Juan Pablo II, y replanteó cuestiones como el rol de los laicos en el gobierno de la Curia, dándole más papel a estos, excepto en cuestiones que solamente pueden gestionar los ministros ordenados.

Acercar la Iglesia a la gente

En conclusión, el papado de Francisco ha sido una renovación en la confianza de los fundamentos del Concilio Vaticano II, y de los papas anteriores a él. Se puede considerar un renovador en algunos aspectos, pero también un Papa que ha buscado que la gente sienta proximidad por la Iglesia, como también que la Iglesia sea cercana a quienes lo necesitan.

Su viaje a Lampedusa para ver con sus propios ojos la tragedia, como también para que se pusiera el foco en la cuestión migratoria al ir allí fue excepcional. Como también sus visitas a la República Democrática del Congo, República Centroafricana y Sudán del Sur, para centrar el foco mediático en los migrantes y necesitados africanos, incluso siendo un viaje de alto riesgo el de Bangui, en la República Centroafricana. Ahora quería ir a Canarias, también pensando en los migrantes.

Quizás nos equivocamos como sociedad al valorar a Francisco como una figura más allá de ser romano Pontífice, y lo convertimos en un activista. Nunca dejó de ser Papa de la Iglesia Católica, y por eso quizás su obra sea difícil de comprender para unos, o contradictorio para otros.