Canadá decide este lunes qué futuro prefiere para sus próximos cuatro años, pero lo hace mirando a Estados Unidos. Si hasta hace cuatro meses parecía inevitable que resultase vencedor el líder de los conservadores, Pierre Poilievre, puesto que lideraba las encuestas con más de 20 puntos de diferencia, un vuelco insólito ha provocado que hoy se antoje casi imposible que no gane su rival, el actual primer ministro Mark Carney, seis puntos por delante en los últimos sondeos.

El Partido Liberal podría conseguir el 44% de los votos, frente al 38% que registrarían los conservadores, según sondeos realizados a lo largo de esta semana, que sitúan muy atrás al resto de fuerzas que se presentan a los comicios: los Nuevos Demócratas, un partido de izquierdas que ha centrado gran parte de su campaña en la sanidad, y el Bloque Quevequés, además de los verdes y los populistas. En enero, este escenario era impensable: las encuestas garantizaban una victoria desahogada para los conservadores, con un 45% de los apoyos frente al 23% de los liberales.

Lo que ha pasado en los últimos meses tiene un nombre y un apellido: Donald Trump. Los aranceles del presidente estadounidense a las exportaciones canadienses y su insistencia en querer convertir al país en el estado número 51 de Estados Unidos han dominado la campaña por completo, y en consecuencia muchos canadienses entienden estos comicios como un referéndum sobre qué candidato puede enfrentarse mejor al país vecino, y quién puede diseñar el mejor plan para que sus ideas repercutan lo mínimo posible en Canadá. 

Los candidatos han afrontado las elecciones de manera muy distinta. Carney, exgobernador del Banco de Canadá y del de Inglaterra, sin experiencia en política, es el sucesor del ex primer ministro Justin Trudeau, que dimitió en enero, y por eso los conservadores entendían que perdería la batalla antes de empezarla. Al fin y al cabo, la popularidad del apuesto exlíder ha caído en picado a lo largo de los últimos años, y las encuestas llevaban dándolo como perdedor desde 2023. 

Sin embargo, las similitudes entre la retórica del candidato conservador y la de Donald Trump y la voluntad de Carney de plantar cara al americano han girado las tornas. El conservador Poilievre es un populista defensor del libre mercado y de las criptomonedas y crítico con el wokismo que lleva semanas evitando mencionar al presidente estadounidense. 

El primer ministro canadiense, Mark Carney, habla en una rueda de prensa sobre los aranceles propuestos por Estados Unidos en Parliament Hill en Ottawa (Canadá).
El primer ministro canadiense, Mark Carney, habla en una rueda de prensa sobre los aranceles propuestos por Estados Unidos en Parliament Hill en Ottawa (Canadá). | EFE/EPA/ Spencer Colby

Carney, en cambio, no ha dudado en dejar claro que Canadá se está enfrentando a “su mayor crisis” de nuestro tiempo “por las decisiones injustificadas del presidente Trump y sus amenazas” a la soberanía canadiense. Y de algún modo, su manera de proceder parece estar surtiendo efecto: Trump no se burla de Carney como lo hacía de Trudeau, al que llamaba constantemente “gobernador” como si el país ya fuese un estado de EEUU, y desde que está al frente tanto él como Trump han descrito las conversaciones sobre los aranceles como constructivas y productivas.

“Yo he gestionado presupuestos antes. He gestionado economías antes. He gestionado crisis antes” - Mark Carney

“¿De verdad es Pierre Poilievre la persona que queréis que se siente al otro lado de la mesa con Donald Trump?”, preguntó este sábado Carney a sus seguidores, en su mitin final de la campaña. El líder liberal pidió a los votantes que le devuelvan el poder a su partido para que los proteja de los intentos estadounidenses de controlar la tierra y los recursos del país. “Yo he gestionado presupuestos antes. He gestionado economías antes. He gestionado crisis antes”, añadió, presumiendo de su experiencia como gobernador del supervisor canadiense durante la crisis de 2008 y en Reino Unido durante la del Brexit.

“Este es un momento para la experiencia, no para experimentos”, insistió. Los liberales se centraron este sábado en los suburbios de Toronto, una región "bisagra" de gran población que podría determinar quién se hace con el poder y también quién se lleva la mayoría en la Cámara de los Comunes. De su lado, los conservadores han escogido la Columbia Británica para sus últimos días.

El lunes, los canadienses elegirán a quiénes integrarán la Cámara de los Comunes, el Parlamento canadiense, que tendrá 343 miembros, cinco más que en las elecciones anteriores debido al crecimiento de la población. A diferencia de otros países, los votantes no escogen directamente al primer ministro, sino que el partido que más escaños consiga en el Parlamento será el que deba pedir al gobernador que le permita formar Gobierno. 

Entonces, el líder de dicho partido se convierte en el primer ministro, y después elige a su gabinete, normalmente de entre los elegidos como diputados, aunque él o ella no tiene por qué serlo. Por ejemplo, Carney es ahora el primer ministro aunque no se haya presentado nunca a las elecciones hasta este lunes.

Los resultados se conocerán, probablemente, en la tarde del lunes en Canadá, es decir, en la madrugada española. Los colegios electorales cerrarán a las 9:30 de la tarde, hora de la costa este estadounidense, independientemente de dónde se encuentren y salvo por una provincia.

Otro dato curioso es que los canadienses votan en papel, lo que elimina las teorías de conspiración siempre presentes en las elecciones estadounidenses por el uso de máquinas electrónicas de voto. Tampoco se utilizan máquinas para contar los votos: se reúnen y cuentan a mano, un trabajo que llevan a cabo empleados de Elecciones de Canadá.

Dos modelos diferentes para un país amenazado

El primer ministro actual, Mark Carney, se enfrenta en estas elecciones al líder del Partido Conservador de Canadá, Pierre Poilievre, que lleva al frente de la oposición desde 2022. Pero, ¿quiénes son ambos candidatos?

El exgobernador del Banco de Canadá y del Banco de Inglaterra -fue el primer extranjero en ocupar el puesto- lleva al frente del país desde marzo, cuando Trudeau dio un paso al lado, y es un economista sin historial político. Procedente del oeste, nació en Fort Smith, creció en Edmonton, sus padres eran profesores y consiguieron que él estudiase y Harvard y Oxford. 

Puede presumir de una larga carrera laboral en los sectores público y privado, lo que considera la mejor herramienta para enfrentarse a los aranceles y amenazas de Trump. Carney trabajó 13 años en el banco de inversión Goldman Sachs, pero también en el Departamento de Finanzas del Gobierno canadiense. Como gobernador del Banco de Canadá se encargó de dirigir la salida de la crisis financiera de 2008, y tuvo el mismo papel en Reino Unido con la crisis del Brexit. 

El líder conservador canadiense, Pierre Poilievre, habla en una rueda de prensa en Ottawa (Canadá).
El líder conservador canadiense, Pierre Poilievre, habla en una rueda de prensa en Ottawa (Canadá). | EFE/EPA/ Spencer Colby /ARCHIVO

En lo personal, está casado con una economista, con la que tiene cuatro hijos. Pero lo más importante es que ha logrado evidenciar que tiene una confianza en Canadá que Trudeau no supo demostrar.

De su lado, Poilievre es desde 2022 el líder del Partido Conservador de Canadá, tras toda una vida dedicada a la política. El conservador creció en Alberta, fue adoptado y criado por padres profesores, como los de Carney, y actualmente tiene dos niños pequeños que junto a su mujer han estado muy presentes en campaña electoral. Fue elegido diputado por primera vez con 24 años y es conocido por ser un populista, antivacunas, que recuerda a Trump en muchos de sus gestos.

“Es el momento para un nuevo Gobierno conservador que corte los impuestos, construya casas, abra recursos, libere nuestra economía, detenga la criminalidad y lleve a casa suculentos salarios para poner a Canadá Primero”, declaró el martes Poilievre en un evento electoral. El mismo mensaje que repite desde 2022, y que emula al eslogan de campaña de Trump.

En 2022 prometió que despediría al entonces gobernador del Banco de Canadá tras responsabilizarlo de la alta inflación, también ha promocionado las criptomonedas y está a favor de que el Estado deje de financiar medios públicos. Asimismo, ha difundido teorías de la conspiración, es un firme defensor de los recortes de impuestos y de la lucha contra el crimen, y aboga por reducir el tamaño del estado, coincidencias de opinión que según las encuestas le han perjudicado conforme el presidente estadounidense anunciaba medidas contra Canadá.

Además de Carney y Poilievre, también se presentan Jagmeet Singh, del socialdemócrata Nuevo Partido Democrático (NPD), e Yves-Francois Blanchet, del Bloque Quevequés, que solo presenta a candidatos en Quebec, dos partidos que se encuentran muy por debajo de los dos favoritos, con un 10,7% y un 5,6% de la intención de voto, respectivamente.

Los canadienses llevan votando desde el viernes entre largas colas que evidencian la importancia que han cobrado unas elecciones en las que Trump es el protagonista en la sombra. Periodistas que cubrieron los comicios de 2021 relatan cómo entonces el tedio dominaba emocionalmente a los votantes, para nada entusiasmados con acudir a las urnas, un ambiente muy distinto al de este año. Esta vez, en las primeras 24 horas, el voto anticipado registró dos millones de papeletas, el récord histórico del país.

Si hay un tema central que quita el sueño a los canadienses ahora es Donald Trump y sus aranceles, pero el país tiene otros problemas: el precio de la vivienda ha subido un 68%, de media, en los últimos diez años, nueve veces por encima de los ingresos familiares medios tras impuestos, según datos recopilados por la agencia EFE. En ese contexto, el incremento de la inmigración supone otro reto ineludible, junto con el fuerte aumento del precio de la cesta de la compra ahoga a sus ciudadanos.