Emisarios y mandatarios mundiales han vuelto a reunirse este fin de semana en Qatar para el Doha Forum, el mismo escenario en el que, hace ahora un año, se gestionó internacionalmente la caída del régimen de Bashar al Asad y la fulgurante irrupción en el poder de un hombre que hasta entonces había habitado en los márgenes del sistema internacional: Ahmed al Sharaa, antiguo comandante yihadista, exlíder de Frente al Nusra y hoy presidente de Siria. Su ascenso, meteórico e improbable, se ha convertido en el eje de la nueva Siria que pocos habrían anticipado. Protagonista de flashes y selfies, Al Sharaa ha desfilado estos días por Doha exhibiéndose como un hombre “moderado” y “pragmático”.

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Doha fue el punto de inflexión. En las suites del hotel Sheraton de Doha, diplomáticos árabes siguieron minuto a minuto la ofensiva rebelde sobre Damasco. Un alto funcionario qatarí lo recuerda así: “En este hotel seguimos el avance del grupo. Pasamos cinco horas para debatir los siguientes pasos que debíamos tomar. La cosa se movió rápidamente”. Doha, subraya, “ha sido muy firme en su apoyo total al pueblo sirio. En 14 años no hemos cambiado la posición. Hemos visto que otros cambiaron su postura y nosotros seguimos firmes en la necesidad de restaurar sus derechos y proporcionar una oportunidad para vivir mejor”.

Siria sigue enfrentándose a enormes retos internos y externos: una economía destrozada, un país en ruinas y niveles insignificantes de Estado

Aquel avance, culminado el 8 de diciembre de 2024 con la huida de Asad y la entrada de los rebeldes en la capital, abrió una nueva era. Por primera vez desde 1970, Siria dejaba atrás el dominio absoluto de la familia Asad. Y el país, devastado por catorce años de guerra y cinco décadas de autocracia, quedaba en manos de un hombre cuya biografía suponía un desafío para quienes debían reconocerlo como interlocutor. Sin embargo, doce meses después, la comunidad internacional lo ha hecho. Ha digerido el trance con facilidad pasmosa.

La legitimación del hombre sin alternativa

Charles Lister, investigador del Middle East Institute y veterano analista del conflicto sirio, resume en conversación con El Independiente lo ocurrido con contundencia: “No hay alternativas. El hecho de que haya conseguido el apoyo de prácticamente toda la comunidad internacional en solo doce meses, dadas sus circunstancias, demuestra que realmente no había otra opción”.

Para Lister, la transición no solo se ha consolidado sino que ha superado expectativas. “Estamos en una situación mucho mejor de lo que nadie hubiera imaginado hace un año”, asegura. Aun así, advierte del tamaño del desafío: “Siria sigue enfrentándose a enormes retos internos y externos: una economía destrozada, un país en ruinas y niveles insignificantes de Estado. Hay que construirlo todo desde cero”. Y añade: “Los sirios necesitarán tiempo para curar las heridas. No existe un interruptor mágico”.

Un año después, Lister se aferra a un dato para ilustrar el avance: “Los niveles de violencia en Siria son hoy mucho más bajos que hace doce meses, seis meses o incluso tres meses. Han seguido disminuyendo, y eso es lo más alentador”.

Sobre la naturaleza del nuevo liderazgo, la pregunta clave, dice, será si en cuatro años -tal y como ha prometido- Al Sharaa decidirá apartarse del poder o reforzarlo. Pero insiste: “Incluso si se queda, la cuestión es que el poder se transfiera hacia un parlamento elegido y un gobierno de tecnócratas. Básicamente, ya estamos avanzando hacia eso”.

El discurso presidencial: estabilidad, perdón y un enemigo común

En su intervención en el Doha Forum, Al Sharaa se presentó como un líder moderado y pragmático, con un mensaje destinado tanto al público internacional como a su propio país. Acusó a Israel de “avivar las tensiones regionales para desviar la atención de las horribles masacres cometidas en Gaza” y aseguró que, desde la caída de Asad, Siria “ha sido víctima de más de 1.000 ataques aéreos y más de 400 incursiones israelíes”.

“Israel se ha convertido en un país que lucha contra fantasmas”, afirmó, denunciando que las fuerzas israelíes han avanzado por territorio sirio, establecido puestos de control y detenido a civiles. Y lanzó su principal exigencia: que Israel regrese a las líneas previas al 8 de diciembre de 2024. “Es Siria la que está siendo atacada, no al revés”, insistió, advirtiendo de que cualquier intento de sustituir el acuerdo de separación de 1974 llevaría a la región “a un lugar serio y peligroso”. “¿Quién protegerá esa zona desmilitarizada si no está allí el ejército sirio?”, preguntó.

¿Cuál es la definición de terrorismo o terrorista? Llevamos 25 años escuchando esta palabra

En el plano interno, Al Sharaa proclamó que Siria “vive sus mejores días”, con una población “más consciente” y un proceso de perdón nacional en marcha: “Recurrimos a amnistiar a un gran número de personas y facciones para construir un futuro seguro y sostenible”. Rechazó que la revolución fuese suní: “Todas las comunidades de la sociedad siria formaron parte de la revolución”. E insistió en que también los alauitas “pagaron el precio de ser utilizados por el antiguo régimen”.

Sin embargo, los hechos contradicen parte del relato oficial. En marzo, las regiones costeras de mayoría alauita sufrieron una ola de violencia que dejó 1.700 muertos, la mayoría civiles. En julio, la provincia drusa de Suweida vivió un estallido aún mayor, con casi 2.000 muertos, incluidos 765 drusos ejecutados en el terreno por fuerzas de Defensa e Interior. Ambas masacres cuestionan la capacidad del nuevo gobierno para controlar a sus propias fuerzas.

Al Sharaa con una delegación del Consejo de Seguridad de la ONU, en Damasco. | Efe

“Nunca he hecho daño a un civil”

Preguntado por una biografía que le persigue y que levanta acta de cuando era buscado por terrorismo en Occidente, Al Sharaa se defiende: “¿Cuál es la definición de terrorismo o terrorista? Llevamos 25 años escuchando esta palabra… pero hay mucha confusión a la hora de entender el término terrorista”. A su juicio, el régimen sirio durante 14 años de guerra “mató a más de un millón” de personas, mientras que muchas otras desaparecieron. “No se les llama terroristas”.

“Vimos guerras en Afganistán, en Irak, donde todos los que murieron eran inocentes, y son los asesinos los que describen a los demás como terroristas”, deslizó.  “Así que creo que, después de 25 años, la gente ahora es más consciente de quién es un verdadero terrorista y quién merece ser llamado terrorista”, añadió entre los aplausos del público.  “Ahora, a nivel personal, nunca he hecho daño a un civil, he luchado en varios frentes y he luchado durante más de 20 años, con honor. La gente ahora sabe que esta descripción no es precisa, por eso ya no figuro como terrorista en la lista del Consejo de Seguridad”.

Beduinos y combatientes de tibus en la ciudad siria de Suwaida, en los enfrentamientos recientes con fuerzas drusas. | EP

Los peligros siguen acechando

Los riegos, no obstante, son enormes. “Siria ha logrado avances increíbles en la escena internacional, pero su futuro depende de lo que ocurra dentro del país”, advierte  Comfort Ero, presidenta de  International Crisis Group. Tras una visita reciente, insiste en que “el Estado debe establecer control sobre todos los grupos armados, garantizar la protección de todos los sirios y asegurar que la transición representa realmente a todos”.

Para la analista Nanar Hawach, “Siria ha abierto un capítulo que muchos creían imposible”, con diplomacia renovada, inversiones y fin del aislamiento. Pero alerta: “La verdadera prueba está dentro de Siria. La paz duradera dependerá de que los sirios se sientan seguros, incluidos y representados”.

Washington: del enemigo al invitado de honor

Al Sharaa visitó hace justo un mes la Casa Blanca, la primera de un presidente sirio desde 1946, dibujando esa metamorfosis política. Michael Hanna, director del programa estadounidense de Crisis Group, considera que “Trump ha seguido apoyando al nuevo gobierno pese a los episodios de inestabilidad y violencia sectaria”. “La visita de Al Sharaa fue un momento enormemente simbólico y otro paso en su transformación de líder militante a estadista global”, agregó.

Hanna reconoce que Estados Unidos ha frenado sus expectativas de normalización entre Siria e Israel, pero avanza en acuerdos de seguridad puntuales. En paralelo, Siria ha anunciado que se une a la coalición internacional contra el ISIS, un gesto que muestra, según Hanna, que Damasco “quiere alinearse con las prioridades de Washington”.

Noruega, uno de los países más involucrados, considera que la transición ha merecido la pena. Su ministro de Exteriores Espen Barth Eide afirma desde Doha: “Fue un momento histórico. El nuevo gobierno necesita apoyo. Queríamos una Siria inclusiva. Ha sido un año bien invertido”.

La diplomacia siria: reconstrucción, equilibrios y una amenaza central

El ministro sirio de Exteriores Asaad al Shaibani reconoce los avances, pero traza una radiografía sobria: “La situación actual nos da confianza, pero no estamos satisfechos. Los sirios merecen algo mejor. Aún hay baches legales y sanciones económicas como la Ley César”. Tras la caída de Assad, explica, encontraron “un legado de degradación” y una larga lista de sanciones con las que han tenido que navegar.

La prioridad ahora es ampliar alianzas: “No podemos ser selectivos. Necesitamos cuantos más amigos mejor”.  “La mayor amenaza del pueblo sirio es Israel. La línea roja es la retirada israelí de los territorios ocupados desde el 8 de octubre. Queremos buenas relaciones con todos, también con Israel. Siria ha sido más madura y más sabia que Israel”, presume.

Tom Barrack, enviado especial estadounidense, rechaza cualquier modelo federal o confederal: “La descentralización nunca ha funcionado en esta región”. Cree que Siria necesita un sistema propio en el que “kurdos, drusos, alauitas y cristianos decidan cómo convivir”. A su juicio, “lo que se ha logrado es épico y heroico. No se puede tener democracia en 12 meses. Lo que necesitan es una nación”, desliza.

Haremos todo lo posible para que Siria tenga éxito, dice Trump

“Creo que el presidente Al Sharaa está haciendo un buen trabajo”, señala Barrack. “Estados Unidos solo ha dicho que vamos a levantar las sanciones. Queremos que tengan éxito. Necesitamos que tengan éxito. Estamos tratando de apoyar a toda la región, para que todos tengan éxito, pero depende de ellos”.

Al Sharaa presume de avances rápidos: de hora y media de electricidad diaria se ha pasado a entre 12 y 14 horas. Inversiones de Qatar y Arabia Saudí han reactivado sectores clave. El banco central asegura que el retorno de 1,5 millones de refugiados está ayudando al crecimiento. Pero la ONU alerta de que 16,5 millones de sirios necesitarán ayuda humanitaria en 2025. En el centro brilla Ahmed al Sharaa, el comandante islamista convertido en presidente y aliado de Washington y Doha. Su peregrinaje al Despacho Oval dejó el 8 de noviembre el mejor fotograme de esa veloz metamorfosis, desde el norte de Siria a Washington DC. Trump le desplegó la alfombra roja, le elogió como un “líder fuerte” y expresó su confianza en él. “Haremos todo lo posible para que Siria tenga éxito”. Su pasado parecía diluirse entre los pasillos del poder estadounidense. “Todos hemos tenido un pasado difícil”, zanjó el magnate.