'Cómo evitar que la política arruine tus vacaciones', 'Cómo discutir sobre política en Acción de Gracias con los hechos en la mano', 'Cómo sobrevivir a una cena de Acción de Gracias con familiares que no están de acuerdo en política'. Estados Unidos celebra Acción de Gracias este jueves y los medios de comunicación tienen claro que la preocupación de muchos es no discutir con sus familiares. La nueva victoria de Donald Trump en las elecciones de hace tres semanas aún está muy fresca y no dejan de suceder todo tipo de eventos que se prestan a comentar en medio de la celebración.
El presidente electo ha anunciado que deportará a once millones de personas que residen en Estados Unidos sin papeles, ha designado ya a los polémicos integrantes de su gabinete y también ha amenazado con aumentar de forma importante los aranceles a los productos procedentes de México, China y Canadá, lo que ha llenado los telediarios de economistas que advierten de que eso dispararía la inflación. Sus nominados también están sufriendo amenazas, incluidas de bomba, y muchos tienen la preocupación de qué va a pasar con el aborto, el cambio climático y las personas trans. El propio multimillonario Elon Musk compartía este miércoles un vídeo de una familia joven, visiblemente progresista y LGTB que tiembla solo con pensar en la llegada de uno de sus miembros. Cuando este aparece en la cena, dice que no se preocupen, que no va a hablar de política, para después sacar una bandera y una gorra con el nombre de Donald Trump y su lema Make America Great Again. El guirigay está servido.
Un 44% de los americanos dicen que la política o las discusiones relacionadas con las elecciones les ha llevado a conflictos en sus vidas personales, y casi uno de cada cinco dicen haber terminado amistades por diferencias políticas, según una encuesta de LifeStance Health. Asimismo, un 30% dicen estar limitando su tiempo con la familia porque no comparten los mismos valores, según otro estudio en este caso realizado por la Asociación de Psicología Americana llamado Stress in America.
Quizá usted no celebre Acción de Gracias, esa tradición americana en la que conmemoran la supuesta primera cena en la que se sentaron juntos colonos ingleses e indios nativos americanos, pero seguramente tenga otras celebraciones por delante donde la política podría arrasar con la convivencia. Estos son los consejos que aportan en Estados Unidos para sobrevivir a encuentros familiares en la era de la polarización.
"La narrativa es muy fuerte en ambos lados. Nosotros somos buenos, y el otro lado es malo, diabólico y va a destruir el mundo", resume la situación Lisa Marie Bobby, una terapeuta especializada en matrimonios y familias y fundadora del gabinete Growing Self, en conversación con The New York Times. La experta corrobora que estas elecciones han llegado a lo más profundo de los valores de cada uno de los seguidores de ambos candidatos, y recuerda que dejar de reunirse es una posibilidad en caso de sentirse mal con respecto a las conversaciones que puedan generarse. Pero si apetece encontrarse porque pese a que ciertas opiniones políticas difieran sí se comparten otros valores y conexiones, la psicóloga recomienda pensar en quién va a estar presente y qué temas pueden surgir, algo que los profesionales suelen recomendar a pacientes que tienen miedo a ciertas situaciones. Esa planificación puede ayudar a ponerse en el papel y preparar respuestas que permitan reconducir la discusión si se enquista, en lugar de tenerlas que improvisar sobre el momento.
Otra posibilidad es que haya familiares que ya hayan decidido no entrar en según qué temas en este tipo de encuentros, aunque en otras ocasiones sí hayan optado por discutir. Es decir, que nuestros compañeros de mesa sean los primeros que no quieran entrar a según qué terrenos pantanosos, por mucho que sea lo habitual en ellos. En esa línea, una opción es preparar el terreno antes de que llegue el día, por ejemplo, a través de llamadas y mensajes de texto donde se transmita que se respeta la opinión del contrario, aunque no se comparta, y se prefiere que no se hable de ciertos asuntos en estos momentos. Dependiendo de la reacción de la otra persona, puede optarse por no asistir, limitar la presencia u otras opciones de entre las mencionadas con anterioridad.
Kenneth Barish, profesor de psicología clínica en el Weill Cornell Medical College y autor del libro (en inglés) ‘Cómo liberales y conservadores pueden entenderse unos a otros y encontrar puntos en común’, cree que cuando la mesa se dirige a una discusión política difícil de reconciliar, puede ayudar hablar de sentimientos más que de hechos. Es decir, en lugar de debatir qué programa electoral es mejor para combatir la inflación, expresar que es un tema que preocupa y que ha condicionado el voto, en lugar de entrar en una discusión económica que no tenga fin. "Esto te lleva al diálogo en lugar de al debate", apunta el experto.
Otros medios han optado por dejar de lado las sensibilidades y por armar a sus lectores de argumentos para defender sus posiciones políticas. El Washington Post dedica un extenso artículo a explicar en detalle por qué los aranceles de Trump pueden dañar la economía, por qué los inmigrantes no tiene la culpa de las altas cifras de criminalidad o los altos precios de la vivienda, o cómo el presidente electo no va a acabar con los problemas de los americanos ni tampoco con el sistema político del país, pese a que así lo proclame. La pieza da respuesta a los principales argumentos de los seguidores del Partido Republicano, dejando claro quiénes son sus lectores y quiénes los que no.
Una columnista del mismo periódico aconseja ver vídeos del secretario de Transportes Pete Puttigieg en la cadena Fox, un tertuliano muy presente estas elecciones, porque lo considera un buen ejemplo de persona que debate frecuentemente con conservadores que le llevan la contraria y que sabe hacerlo de forma respetuosa, con datos en la mano y buen tono.
El Milwaukee Journal Sentinel, de su lado, aboga por escuchar las opiniones diferentes a las propias como vía para el progreso. Se apoya en un trabajo de un programa de diálogo de la Marquette University que sugiere que este tipo de conversaciones pueden reducir los sentimientos negativos que tenemos hacia las personas que no piensan como nosotros y también pueden mejorar la confianza en nosotros mismos a la hora de gestionar estos desacuerdos. ”En un momento en el que las amistades de los americanos están degradándose y hay cifras preocupantes que señalan que muchas personas cada vez pasan más tiempo solas, nuestra investigación muestra que el diálogo puede ayudarnos a sentirnos más conectados con los demás. Los niveles de tensión son comprensiblemente altos, pero nuestro trabajo nos lleva a creer que la gente no solo tiene hambre de [las delicias de] Acción de Gracias. También estamos famélicos de conexiones. Disfrutemos ambas cosas”.
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