Ser o no ser, ésa es la cuestión. Como Hamlet, Pedro Sánchez duda entre sufrir el rigor de la fortuna impía sin luchar o rebelarse contra el mar de desdichas que le acongoja.

Los sanchistas reunidos en Madrid le pidieron a su atribulado jefe que dé un paso al frente, por ser "el mejor candidato para recuperar la ilusión de la militancia". Personajes en busca de autor, el variopinto grupo de fieles confía en que el secretario general, que se vio forzado a dimitir tras el Comité Federal del pasado 1 de octubre, revalide "el apoyo mayoritario de la militancia socialista".

Pero él no sabe qué hacer. Los últimos meses le han enseñado que la traición es connatural a la política. Primero fue Micaela Navarro, la ex presidenta del PSOE que, un día antes de la Ejecutiva, le dijo que le apoyaría. Después, dos de las personas que formaban parte de su círculo más cercano, César Luena y Antonio Hernando, que le animaron a dimitir como diputado para poder iniciar así, armado de legitimidad, el camino para recuperar el poder y que ahora reniegan de su reciente pasado.

Mendía y Armengol le transmitieron hace unos días que no puede contar con ellas para liderar un proyecto alternativo en el PSOE

Hace dos semanas, hubo en Madrid otra reunión (ésta sí, discreta) entre líderes que habían manifestado su apoyo explícito al ex secretario general. Idoia Mendia (PSE), María Chivite (PSN), Francina Armengol (presidenta de Baleares), José Luis Ábalos (PSOE Valencia), Adriana Lastra (diputada por Asturias)... El cónclave significó un duro revés para las aspiraciones de Sánchez. Mendía y Armengol le llamaron la semana pasada para decirle que lo sentían, pero que no contara con ellas. El tiempo enfría el entusiasmo.

¿Con qué territorios cuenta todavía Sánchez para su asalto al poder? Tiene sólidos apoyos en Cantabria, Asturias, Castilla y León, Valencia y Alicante, Galicia e incluso en una parte de Andalucía.

Pero esas  fuerzas se antojan escasas ante la potencia de sus oponentes, comandados por Susana Díaz, a la que apoyan García Page, Fernández Vara, Javier Lambán y Ximo Puig, además de la vieja guardia, encabezada por Felipe González, Rubalcaba y Rodríguez Zapatero.

Si Sánchez quiere que su alternativa no quede reducida a una partida de francotiradores, si quiere enfrentarse con ciertas garantías de éxito a la presidenta de la Junta de Andalucía, tiene que tender puentes con alguno de los barones y lograr que el viejo PSOE no le vea como un asaltador de caminos que pretende llevar al partido a una alianza contra natura con Podemos.

Sánchez debe decir ya si se da por vencido o a se anima a rebelarse contra el mar de desdichas que le han llevado a la parálisis

En todo caso, lo que no puede prolongar por mucho tiempo es su indefinición. Las bases, a las que todo el mundo apela, no pueden aguardar sin plazo una respuesta. Según fuentes cercanas a Sánchez, él hubiera dado ya el paso de no haber sido por el goteo de deserciones que ha ido minando su ya diezmado equipo.

Actos como el de este lunes por la tarde en Madrid, improvisados y sin un mensaje claro que transmitir a los ciudadanos, no ayudan a construir una proyecto sólido. Así que Sánchez tiene que decir ya si se da por vencido o se anima a rebelarse contra el mar de desdichas que le ha llevado a la parálisis en la que se debate.