Amigos lectores. Lo que no podemos negar es que la situación que se vive en Cataluña no deja el más mínimo espacio para el aburrimiento. Por si no fuera suficiente el escándalo del mafioso clan Pujol y haber visto y prepararnos para ver a las máximas autoridades de la Generalitat en el banquillo de los acusados,  ahora resulta que a la corrupción demostrada del necesariamente destruido partido de Convergència Democrática de Cataluña,  se viene a sumar la explosión del caso Palau en donde se han oído perlas como "no era el 3%, sino que subió al 4% porque CDC quería más dinero y se repartía el 2,5% para el partido, un 1% para Millet y un 0,5% para Montull". Pero para ir abriendo boca de lo que acontecerá tenemos ya la primera de las sentencias que irán cayendo y, por desobediencia, ha sido y condenado el Sr. Mas y dos de sus colaboradoras próximas en su época de president con lo que nuestras pesadillas hoy pasan a sus propios insomnios que según la Ley, bien han merecido.

Se puede ser inútil, malo, torpe y limitado de miras y puede perdonarse o al menos admitirse, pero llevar en una solapa el escudo de Cataluña y en la otra el emblema de la mentira, la desobediencia, y la corrupción no merece más que el desprecio y la condena social,  no solo por el robo a manos llenas de dinero del pueblo, sino al abuso y la humillación de la gente que en su momento votó una confianza en sus representantes y hoy se siente traicionada y saturada de hastío.

Cataluña no merece unos dirigentes soberbios y enfermos que nos pretenden conducir al abismo

Cataluña no merece unos dirigentes soberbios y enfermos que nos pretenden conducir al abismo de la nada con engaños y falsas promesas. Ni es aceptable que no solamente amenacen al Estado español desafiando a nuestra común legislación básica, sino que aperciben al pueblo catalán o residente en Cataluña de un golpe de estado institucional con todos sus condimentos de elaboración de listas negras para que se sepa quién podrá quedarse y quiénes deberemos marchar,  aconsejando además a la gente la desobediencia y desacato al estado de derecho. Todo ello ni más ni menos representa una flagrante vulneración de los derechos fundamentales de los ciudadanos, lo cual cabe considerar es la mayor agresión que una sociedad democrática puede sufrir.

Societat Civil Catalana lleva ya tiempo alertando sobre el grave peligro que se cierne sobre nosotros pero parece que la gente sigue silenciosa y silenciada por el régimen impuesto;  y ya va siendo hora de que esa sociedad en su conjunto levante la voz, haga oír su protesta y lance al aire el poderoso grito de “Basta ya, paremos esta locura”.

Por eso no sólo es importante salir a la calle a manifestar nuestra protesta para recuperar nuestras libertades, convivencia social y democracia, parando contundentemente el golpe de estado al que nos pretenden someter. Ahora debemos añadir la indignación que a todos nos produce el escándalo de corrupción y atraco del que hemos sido víctimas por parte de quienes han enterrado en basura la buena fe y asesinado nuestra confianza mientras empiezan a sentir el peso de la Ley. La sociedad debe reaccionar masivamente. Yo al menos pienso manifestarme. ¿Y ustedes?


Mariano Gomà es presidente de Societat Civil Catalana