El desterrado ha vuelto, el vencido ha regresado y lo ha hecho con todos los triunfos en su mano. Y que quede claro desde ahora que, con este sistema de votación directa, y con este resultado, Pedro Sánchez ha recibido un poder omnímodo e indiscutible. Tiene el poder de un caudillo. Los demás serán sus meros colaboradores pero sabrán que van a ostentar el poder que él les delegue.
Ayer el Partido Socialista dio un vuelco total a su historia y a su trayectoria. Lo dijo Pedro Sánchez, el secretario general recién elegido con una diferencia rotunda e inapelable respecto de su inmediata seguidora, Susana Díaz: "Mañana empieza todo, vamos a construir el nuevo PSOE". Y, efectivamente, ayer murió un partido socialista, el tradicional, el que habíamos conocido hasta ahora, y murió a manos de sus propios militantes. A cambio, acaba de nacer un nuevo PSOE cuya trayectoria y comportamiento político e institucional es todavía una incógnita. Pero hay algunas cosas que están ya claras y una de ellas es la de que la estructura del partido existente hasta hoy ha sido arrasada.
A partir de ahora el sistema de democracia representativa según el cual las bases eligen a sus representantes intermedios y éstos eligen a sus representantes superiores hasta acabar en la cúspide del liderazgo global desaparece y es sustituido por un fortalecimiento de las bases, en cuyas manos van a descansar las grandes decisiones que haya de adoptar en el futuro este partido. Este es otro PSOE, que nadie tenga la menor duda. Y el nacimiento de este nuevo partido socialista va a producir inmediatamente una multitud de efectos prácticos que alterarán profundamente el panorama político español.
En el Congreso van a ser laminados todos los socialistas que han participado en el acoso y derribo de Sánchez
Lo primero que va a suceder es que el Congreso federal de los próximos 17 y 18 de junio va a conocer un cambio radical en los órganos de representación del partido y que van a ser laminados todos los socialistas que de una u otra manera han participado en el acoso y derribo de Pedro Sánchez, un proceso que ha durado dos años y que culminó el 1 de octubre en aquel terrible Congreso federal de infausta memoria. Y esos son muchos.
Lo segundo que va a ocurrir es que en los congresos regionales que se van a celebrar inmediatamente después del federal vamos a asistir al descabalgamiento de quienes ocupan hoy los órganos de dirección del partido y también las presidencias de numerosos gobiernos autonómicos. Una parte significativa de los barones socialistas, que ya durante el anterior mandato de Pedro Sánchez mantenían una pésima relación con él hasta el punto de que no conservaban contacto alguno, ni siquiera telefónico, y que en estas primarias se han alineado sin dudar junto a la candidatura de Susana Díaz, va a ver peligrar su puesto al frente de sus federaciones. Y eso será así porque las primarias se van a celebrar en todas las elecciones orgánicas y no cabe duda de que Pedro Sánchez va a proponer candidatos distintos de los que ahora ocupan esos puestos. El equipo directivo socialista va a sufrir, por lo tanto, un vuelco formidable en toda España. Nacerá un partido nuevo, con nuevos representantes y nuevos procedimientos de representación.
Lo tercero que va a suceder va a tener lugar en el seno del grupo parlamentario donde los partidarios de Pedro Sánchez suman exactamente la minoría que desobedeció la orden de la Gestora y, en lugar de abstenerse, decidió votar no en la investidura de Mariano Rajoy.
Ayer domingo, aún antes de que se conocieran los resultados definitivos de estas primarias, el hasta ahora portavoz parlamentario del grupo, Antonio Hernando, presentó su dimisión. Una decisión muy comprensible habida cuenta de que el propio Pedro Sánchez había anunciado en una entrevista en la radio que "evidentemente" prescindiría de él en el caso de que ganara las primarias.
Pero al margen de esa dimisión, es un hecho que la vida dentro del grupo parlamentario va a restar muy complicada porque la política que va a poner en marcha el recién regresado secretario general va a ser muy diferente de la que, mal que bien, ha mantenido la Gestora. Vuelve el no es no, regresa la fijación de sacar a Mariano Rajoy y el Partido Popular de La Moncloa.
Y eso es lo cuarto que va a ocurrir, que la vida política española va a tomar otro rumbo porque el PSOE ya no va a ser en ningún caso un interlocutor útil para el Gobierno sino un adversario feroz con muchas más armas, más solvencia y más fundamento de lo que hasta ahora lo ha sido Podemos, que no ha pasado de ser un entretenimiento a cargo de un grupo de exhibicionistas de la política.
Por lo tanto, hay que tomarse muy en serio lo dicho hoy por Sánchez: "Mañana empieza todo, vamos a construir un nuevo PSOE". Un PSOE distinto por más radical, que es exactamente lo que han votado unas bases a las que su secretario general está obligado a obedecer porque eso es lo que ha venido prometiendo durante una campaña en la que ha esgrimido dos argumentos principales. Uno el repetir "me han echado de mala manera", lo cual ha tenido un enorme éxito porque una víctima siempre concita el apoyo de las mayorías. Y dos, la abstención del PSOE a la investidura de Mariano Rajoy ha sido una traición al partido, a sus esencias y a la izquierda en general.
Los dirigentes históricos quedan arrumbados por voluntad de las arriscadas bases socialistas en el rincón de los trastos viejos
Con el primero ya no tiene que trabajar porque ya está donde quería y ahí le han puesto los militantes. Pero el segundo es un compromiso al que no podrá dar la espalda porque ahora mismo entre él y sus votantes no hay nadie y será a él y únicamente a él a quien van a pedir directamente cuentas todos aquellos que con el no es no por bandera le acaban de aupar al puente de mando de ese nuevo PSOE que ha tirado por la borda de un manotazo a todos los dirigentes -Felipe González, Alfonso Guerra, Alfredo Pérez Rubalcaba, José Luis Rodríguez Zapatero y tantos otros- que han formado parte de la historia de partido y que desde hoy quedan arrumbados por voluntad de las arriscadas bases socialistas en el rincón de los trastos viejos.
A partir de ahora no queda sino esperar y ver.
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