Como todo, es cuestión de perspectiva, pero en términos generales podría decirse que la Directiva MiFID II es la excepción a la popular creencia de que segundas partes no son buenas. En este caso, esta segunda directiva de mercados financieros viene cargada de medidas en favor de los inversores, particularmente de aquellos más necesitados de protección, en un contexto en el que el sector financiero en general debe restañar el prestigio perdido.
En efecto, dicha Directiva y sus normas de desarrollo regulan de manera detallada multitud de cuestiones, todas ellas encaminadas a que las entidades que prestan servicios de inversión actúen de acuerdo con los mejores intereses de sus clientes, con total transparencia y evitando los conflictos de interés. Como no podía ser de otra manera, nuestro legislador, a la vista de los primeros borradores de normas internas que se han publicado, recoge fielmente la letra y el espíritu de la normativa MiFID II, lo cual debería mantenerse hasta su aprobación definitiva.
La nueva directiva obligará a muchas firmas a estandarizar sus servicios
Ahora bien, aunque desde el punto de vista de los clientes quepa hacer una valoración positiva del escenario que resultará de la implementación de estas estrictas reglas de juego, existen incertidumbres que, según cómo se afronte este inevitable cambio de paradigma, se concretarán en retos, debilidades, amenazas u oportunidades. Un buen ejemplo de ello lo encontramos en los profesionales del asesoramiento, y en particular los empleados y colaboradores (principalmente agentes y EAFIs) de entidades que se dedican al segmento de la banca privada.
Es por lo tanto inevitable que la ya inminente llegada de MiFID II genere debate en dicho colectivo de profesionales, aunque todavía no pocos de ellos confíen -ingenuamente, a nuestro modo de ver- en que prosperen las teorías de quienes creen que todo seguirá igual.
Los márgenes de la banca se verán erosionados por las nuevas obligaciones en materia de transparencia
Resulta pertinente, por lo tanto, compartir ciertas reflexiones sobre cómo puede afectar MiFID II a la gestión del talento humano que actualmente se dedica a prestar sus servicios en un sector, el financiero, en el que resultará más difícil ser competitivo debido, entre otras cuestiones, a los costes de adaptación y al estrechamiento de márgenes a que abocará una normativa volcada en dotar de transparencia a su actividad.
Restricciones a la remuneración
Y es precisamente la necesidad de optimizar sus recursos (incluidos los humanos) una de las variables más importantes de la ecuación. Captar talento es costoso y, posiblemente, aún lo es más mantenerlo; y si a ello le sumamos las restricciones regulatorias en materia de remuneración a los equipos comerciales -prohibición de remunerar por la participación en campañas concretas; introducción de elementos cualitativos en su cuantificación-; limitaciones cuantitativas en las remuneraciones variables y la obligación de diferirla en determinados supuestos; etc.), así como las nuevas reglas en la prestación de servicios de inversión que en la práctica obligará a las entidades a posicionarse en el asesoramiento no independiente y a estandarizar sus servicios, parece lógico inferir que podría incubarse un efecto expulsión del talento, el cual podrá encontrar acomodo en otros proyectos mucho menos limitativos y mejor preparados para el nuevo campo de juego.
En consecuencia y sin perjuicio de las ventajas que deberían derivarse para los inversores, es claro que MiFID II supone un reto para la industria financiera en su conjunto (sus márgenes se podrán ver notablemente erosionados como consecuencia de las nuevas obligaciones en materia de transparencia -los clientes tendrán información detallada para poder pedir reducción de comisiones-) y para sus profesionales en particular. Depende de ellos, en buena medida, hacer que el reto se convierta en permanente amenaza o, por el contrario, en una magnífica oportunidad para desplegar su talento, aunque ello pueda implicar, inevitablemente, tomar decisiones de cambio.
Fernando H. Estévez Olleros es Secretario General de Diaphanum Valores SV.
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