Si algo nos ha demostrado 2017 es, una vez más, la enorme fortaleza de los mercados. Baste ver cómo se han comportado ante los diferentes acontecimientos geopolíticos que han jalonado el año. Apreciamos, incluso, cierta complacencia de los inversores ante unos riesgos políticos cuyos efectos sobre las valoraciones son difíciles de cuantificar.

Dos buenos ejemplos de ello son que la volatilidad -realizada y prevista- en las principales clases de activos y zonas monetarias alcanzara mínimos históricos (especialmente reseñable la volatilidad realizada en las bolsas estadounidenses, que llegó a caer por debajo del 7%, su nivel más bajo desde 1964); o que el índice S&P 500 consiguiera, por primera vez en la historia, una rentabilidad positiva, con reinversión de dividendos, todos y cada uno de los meses del año.

Desde un punto de vista económico, el crecimiento mundial siguió progresando hasta alcanzar el 3,6%. Una recuperación cíclica que se extendió tanto a países desarrollados como emergentes.

Este año veremos un repunte gradual de la inflación debido a la reducción de las brechas de producción

Pero hemos de tener en cuenta que la inflación se ha mantenido sensiblemente por debajo de los objetivos de los bancos centrales en numerosos países desarrollados y los salarios, principalmente por razones estructurales, no han aumentado tanto como se preveía.

En 2018 veremos un repunte gradual de la inflación debido a la reducción de las brechas de producción, esto es, la diferencia entre la producción real de una economía y su producción cuando funciona a pleno rendimiento, utilizando todas sus capacidades. Pese a ello, y a excepción del Reino Unido, aún muy afectado por la incertidumbre inherente al Brexit, todos los países de la OCDE deberían registrar un crecimiento superior a su capacidad de producción.

Los incentivos fiscales del gobierno Trump inflarán aún más el déficit a largo plazo y el efecto sobre la economía será escaso

En los próximos meses veremos un contexto de ciclo económico positivo tanto en Europa como en Estados Unidos. En el Viejo Continente, aunque persistirá el crecimiento, se ralentizará levemente hasta el entorno del 2%.

Estados Unidos tiene una posición más aventajada en este sentido dado que la reforma fiscal que previsiblemente entrará en vigor durante el primer trimestre de 2018, y aunque la rebaja de los impuestos a las empresas se aplicará a partir de 2019, aumentará los beneficios de las empresas, sobre todo en el sector industrial. La otra cara de los incentivos fiscales del gobierno Trump: a largo plazo, inflarán aún más el déficit y el efecto sobre la economía será escaso, ya que la brecha de producción en estos momentos es positiva.

De cara a 2018 no debemos dejar de tener en cuenta que los bancos centrales de los países desarrollados reducirán sus estímulos a la economía. La Reserva Federal adelgazará 420.000 millones de dólares su balance (que alcanzará los 4 billones de dólares), lo que tirará al alza de la prima a plazo en la deuda pública con vencimientos largos. Por otro lado, las condiciones financieras se endurecerán en paralelo a la normalización progresiva de los tipos de interés. En este sentido, el año podría deparar cuatro subidas de 25 puntos básicos de los tipos de referencia en Estados Unidos.

El crecimiento se ralentizará en Europa levemente hasta el 2% este año

De otro lado, los balances del BCE y del Banco de Japón seguirán creciendo, pero se reducirán las compras mensuales. En Europa, el BCE podría poner fin a su programa de compra de activos a finales de año y concentrarse en la reinversión de los bonos que lleguen al vencimiento, así como en la evolución futura de los tipos de interés. En este sentido, el riesgo de que los mercados descuenten demasiado pronto el fin del ciclo de liquidez es alto.

En los mercados de renta fija continuará la normalización de los tipos de interés. Los diferenciales de la deuda corporativa de alta calidad crediticia y de alto rendimiento están en niveles bajos, pero se explican por el ciclo económico y la liquidez, así como por la solidez de los balances de las empresas. Podría producirse una ampliación el año próximo, pero será contenida, habida cuenta de la fortaleza económica. El aumento de la volatilidad realizada también debería traducirse en una revisión de las expectativas de inflación a largo plazo, un movimiento que elevará la parte larga de las curvas de rendimientos


Raimundo Martín es director general de Mirabaud Asset Management para España, Portugal y Latinoamérica