Ha pasado prácticamente desapercibido un asunto que puede tener unas implicaciones colosales para la economía estadounidense y mundial en el medio plazo. Los persistentes déficits públicos, financiados con acumulación de deuda son un fenómeno global, que hoy parecen no estar en el foco, pero que en algún momento puede tener efectos devastadores.

Me refiero a la aprobación por parte del Congreso de los Estados Unidos del nuevo techo de gasto público. Ocurrió el pasado 9 de febrero, y permitirá aumentar esta partida unos 500 billones de dólares para los próximos dos años. Por supuesto, implicará un aumento del déficit público y tendrá que ser financiado con cargo a deuda pública. Esto implicará que el déficit público en Estados Unidos alcance el 6%, siendo el país del mundo con más deuda en términos absolutos.

Lo más preocupante es que esta acumulación de deuda se produce en el ciclo expansivo de la economía americana más largo de la historia, ya que desde 2009 suma 34 trimestres consecutivos creciendo. Si la tendencia en el gasto público continúa así en 10 años duplicarán su deuda. Por poner cifras concretas y recientes, a 6 de febrero de 2018, la deuda oficial del Gobierno de los Estados Unidos es 20.494.165.051.605 dólares, o 20,5 trillones.

  • Es el 104% del PIB
  • Cada persona debe 62.651 dólares
  • Cada hogar debe 162.363 dólares
  • Supone el 565% de los ingresos anuales federales

Curioseando en las partidas, uno se da cuenta que el 60% de ese gasto extra lo harán en defensa, ascendiendo lo que se gastarán en esa partida hasta 700 billones en 2018. Si al gasto militar de los potenciales adversarios de Estados Unidos, China, Rusia e Irán le sumas el PIB total de Corea del Norte, no llega ni al 50% de lo que se gasta el país del tío Sam. Alucinante.

Steven Roach, prestigioso economista de Yale tras muchos años en Morgan Stanley, manifestaba que la economía americana es un accidente a la espera de ocurrir. A colación de las caídas de principios de febrero en las bolsas, afirmaba que los fundamentos de la economía americana son más frágiles de lo que parece.

Para él, la clave de una economía sostenible en el largo plazo es el ahorro y la ratio de ahorro en Estados Unidos tiende a cero. El año pasado la tasa de ahorro fue del 2%, lo que supone un tercio de la media de los últimos 30 años. Continuando con el argumento del señor Roach, la financiación del crecimiento americano es exterior, generando creciente déficit por cuenta corriente. Lo paradójico es que es un país que combina políticas proteccionistas con la necesidad de atraer capitales extranjeros.

EEUU es un país que combina proteccionismo con la necesidad de atraer capital extranjero

Por poner algo en el otro lado de la balanza, se espera que el crecimiento de la economía americana se acelere en el primer trimestre del 2018 por encima del 3%, con los beneficios empresariales en el último trimestre experimentaron la mayor subida en 6 años. Y esa tendencia, según los expertos, puede continuar.

El efecto en los mercados financieros es difícil de anticipar. El Tesoro americano emitirá cantidades récord de deuda y habrá que ver cómo se la tragan los inversores. Según David Stockman, otro prestigioso economista americano con experiencia en el Gobierno de Reagan y en Wall Street, se ha cruzado el Rubicón Fiscal y la reunión del Congreso en la que se liberaba el gasto la tituló como la noche de la infamia fiscal. Según el señor Stockman, estamos sentados en la mayor burbuja de todos los tiempos y en algún momento finalizará la fantasía financiera de las últimas tres décadas.

Los europeos periféricos hemos sufrido en nuestras propias carnes las consecuencias del endeudamiento allá por 2011. Parece que ha pasado un siglo, pero fue antes de ayer cuando Grecia, Portugal e Irlanda tuvieron que ser rescatados. España estuvo muy cerca del precipicio, pero fue capaz de evitar el rescate. Tampoco creamos que España se ha desmarcado de esta tendencia, pues en 2017 cerramos con un pasivo récord de 1,144 billones de euros, que equivale al 98,1% del PIB.

España cerró el año 2017 con un pasivo de 1,14 billones de euros, el 98,1% del PIB

Soy un tío de naturaleza optimista, odio a los agoreros que a fuerza de insistir alguna vez acaban teniendo la razón. No obstante hay que frenar las bolas de nieve antes de que sea demasiado tarde, pues las cosas que pasan en un país como Estados Unidos afectan al mundo entero. Algunos carecemos de interés por la política, pero tal vez deberíamos empezar a prestarle atención, ya que quien comanda determinados países puede acabar teniendo consecuencias para todos. Desde la valentía que proporciona la ignorancia nos puede hacer hasta gracia que algunos Estados nombren presidente a un orangután o a un titiritero, pero en el medio plazo las consecuencias pueden ser para todos.

Cierto es que los países no son empresas, que tal vez los déficits pueden ser eternos, y que siempre existe el mágico poder de los impuestos para acabar pagando las deudas soberanas. A mí, lo que realmente me preocupan son dos cosas: primero, creo que los países, como las familias, en términos generales deben gastar menos de lo que ingresan y aprovechar los momentos favorables para reducir sus deudas. Lo contrario de lo que está ocurriendo. Segundo, en el medio plazo la tendencia demográfica de los países desarrollados apunta a que será preciso un mayor gasto público. Hay que ir pensando de dónde sacaremos el dinero para afrontar el gasto extra previsto en salud o pensiones dado que los recursos no son ilimitados.

Para finalizar, no puedo dejar de mencionar mi aversión contra la deuda. Soy consciente de las diferencias entre el nivel personal y empresarial, pero no puedo evitar mi obsesión por devolver lo que me prestan lo antes posible, odio las deudas. Tal vez puede ser una forma de pensar necia, majadera o muy limitada. Es lo que hay. Suerte.