• Copiloto: Ya que estamos sentados aquí un rato, comprobemos el hielo en esas alas.
  • Capitán: No. Creo que debemos irnos en un minuto.
  • Copiloto [refiriéndose a un instrumento]: Esto no parece bien, ¿no? Oh, no está bien.
  • Capitán: Sí, lo está…
  • Copiloto: Ah, quizás lo está.
  • El avión despega. Se oye un ruido fuerte y extraño mientras intenta ganar altitud.
  • Copiloto: Larry, nos caemos.
  • Capitán: Lo sé…

La nave de Air Florida se estrelló en un helado río Potomac, cerca de Washington, en 1982. Murieron todos sus ocupantes, 68 personas.

La causa principal de algunas tragedias aéreas es la capitanitis: una tripulación con poca autoconfianza y con miedo a contradecir a la autoridad acepta de forma acrítica decisiones u opiniones equivocadas del capitán. Situaciones similares se han estudiado y descrito detalladamente en la gestión de empresas o en el sector médico.

El fenómeno está emparentado con el “pensamiento de grupo” (group thinking), descrito por el psicólogo Irving Janis como un proceso de toma de decisiones ineficaz, que se da en grupos con un fuerte deseo de cohesión interna, más o menos aislados de opiniones externas. En esas condiciones existe una fuerte presión para que los miembros del grupo se acomoden a la opinión general, normalmente la expresada por el líder. Nadie se atreve a disentir por miedo a ser apartado o aislado. El resultado es debates pobres y decisiones equivocadas.

A mediados de enero, en la primera Junta Directiva Nacional del PP celebrada tras la debacle electoral catalana, el presidente Rajoy hizo un discurso tranquilizador que concluyó diciendo: “voy a dar la batalla, como supongo que vosotros también”. A continuación preguntó si alguno de los presentes quería tomar la palabra. Ninguno de los más de 200 cargos venidos de toda España, incluyendo Cataluña, quiso hacerlo.

Durante el “triunfo”, el desfile con el que los generales romanos celebraban sus conquistas, una persona se situaba junto al homenajeado para decirle a cada rato “vuelve la vista atrás, recuerda que no eres un dios”. Parece una maldición inevitable que los líderes que tienen éxito acaben tarde o temprano rodeados de personas que no se atreven a contradecirlos, es decir, aislados. Y como no son dioses cometen errores, y no reconocerlos a tiempo acaba por derribarlos.