Lo que está sucediendo en el seno y en los aledaños de Podemos va a tener un efecto indudable en los resultados electorales en la Comunidad de Madrid y, quizá en menor medida, en el Ayuntamiento de la capital. Ahora bien, lo que está por ver y sólo un experto-expertísimo en bucear en el terreno de la opinión pública en materia de sus reacciones electorales podría aventurar, es en qué medida esta ruptura interna, que supone un desgarro probablemente irreparable en el seno de la formación morada, va a beneficiar o a perjudicar las aspiraciones políticas de los partidos de izquierda e incluso en los de la derecha.

Sin embargo, todas estas especulaciones van a estar presentes en los mentideros políticos desde ahora mismo hasta el momento en que se haga público el reparto de escaños. Veamos cuáles son las posibles combinaciones que se van a manejar.

La primera es la que sostiene que el abandono por parte de Íñigo Errejón de las filas de Podemos -que ha sido un abandono en toda regla aunque él diga que no deja su partido porque lo lleva "tatuado en la piel- va a perjudicar irremisiblemente la opciones de la izquierda para hacerse con la Comunidad de Madrid y, más concretamente, que entierra la aspiración del PSOE de hacerse con el gobierno apoyado en un pacto de coalición con Podemos, de quien los socialistas esperaban que obtuviera un resultado suficiente, sin ser en ningún caso arrasador, como para sumar una mayoría absoluta que arrebatara a la derecha -PP más Ciudadanos y, eventualmente, Vox- la presidencia de la Comunidad.

Quienes así opinan consideran que la candidatura que lo que queda del partido de Pablo Iglesias en Madrid logre poner en pie -especialmente si presenta como candidato a Ramón Espinar- no estará en condiciones de obtener más que un modestísimo resultado que no podrá sumar ni de lejos con el PSOE la mayoría necesaria.

Ese razonamiento se basa en que está demostrado históricamente que las divisiones internas en los partidos concitan el inmediato castigo de sus potenciales votantes que dejan automáticamente de votarles. Y aunque los comportamientos ciudadanos están cambiando mucho en los últimos años, la verdad es que este axioma -división interna igual a pérdida de votos- no ha sido hasta el momento desmentido. Eso significa que Íñigo Errejón sería también deudor de ese desgarro de Podemos y por lo tanto pagaría la desafección de sus potenciales votantes y no alcanzaría un nivel de representación suficiente como para sumar con el Partido Socialista una mayoría de gobierno.

El PSOE no se considera con la fuerza política suficiente como para aspirar a gobernar en solitario

Todavía no se ha hecho público el nombre del  candidato socialista al Ayuntamiento pero sí sabemos que el cabeza de cartel para ocupar el despacho de la Puerta del Sol es Ángel Gabilondo. Señalemos a continuación el llamativo detalle de que el PSOE, aunque públicamente digan lo contrario, en ningún caso se considera con la fuerza política suficiente como para aspirar a gobernar en solitario. A lo más que aspira, o aspiraba hasta ahora, era a alcanzar el poder apoyado en otro partido. Claro, que lo mismo le pasa al PP. Debe de ser el signo de los tiempos.

Si la hipótesis apuntada aquí se llegara a cumplir, es evidente que dejaría el campo expedito para que el PP se apoyara en Ciudadanos, o probablemente que Ciudadanos se apoyara en el PP -que no está claro cuál de los dos quedará el primero en votos- para alzarse con la victoria. En el primer caso, los populares podrían inclinarse a dar entrada a Vox, que seguramente no querrá participar de las tareas de gobierno sino quedarse guardando las esencias del partido y controlando el programa y las decisiones ejecutivas de las otras dos formaciones desde sus escaños en la Asamblea de  Madrid. Pero en el segundo caso esa combinación a tres bandas resulta mucho más improbable porque ya ha quedado claro en Andalucía que los de Albert Rivera no quieren tener el menor roce con los de Santiago Abascal.

Pero también es posible otro escenario distinto: que el desastre interno de Podemos provoque la huida masiva de sus antiguos votantes que, conscientes de que pueden estar tirando sus votos a la papelera, decidan recular y cobijarse bajo las siglas socialistas que acogieron a muchos de ellos cuando Pablo Iglesias no había asomado aún la nariz en el panorama político español. Esa hipótesis no es en absoluto descartable aunque también es verdad que este razonamiento es más aplicable al votante de mediana edad para arriba que al de nuevo cuño que hasta hace dos convocatorias no tenía edad de votar.

No es improbable que una buena parte de los más jóvenes seguidores de Podemos se abstenga

No es en absoluto improbable, por lo tanto, que una buena parte de los más jóvenes seguidores del partido morado se refugiaran en la abstención. Lo cual, dependiendo del número de los que no acudan a las urnas, sí perjudicaría tanto a Podemos como al PSOE. Esa hipótesis es mucho más lejana en el caso de los partidos del centro y de la derecha, que parecen estar muy motivados en el caso de Madrid.

Pero tampoco es descartable la otra posibilidad: la de que Ángel Gabilondo vea engordado su cesto electoral por obra y gracia de la desmembración de Podemos, sobre todo si a Pablo Iglesias se le ocurre presentar una candidatura a la Comunidad de Madrid para medirse con Errejón con el propósito de privarle de una buena porción de votos.

Y tampoco es descartable, sino todo lo contrario, que ante la perspectiva muy verosímil del ascenso de Vox, tanto en la Comunidad como en el Ayuntamiento, y ante la "amenaza" de que el centro derecha vuelva a ocupar el gobierno de Madrid, los votantes de izquierdas se precipiten a meter su papeleta en la urna para intentar impedirlo. Todo ese movimiento, que se puede producir porque la experiencia vivida en Andalucía ya ha puesto de manifiesto cuáles son las consecuencias de que los seguidores del PSOE se queden en la abstención, favorecería a Gabilondo sin ningún género de duda.

Por todo eso, lo sucedido en el seno del partido morado puede afectar indirectamente también al PP y a Ciudadanos y a sus perspectivas de alcanzar el poder. No a Vox, porque ese es un voto fundamentalmente ideológico que no se va a emitir por cálculo de posibles coaliciones. Pero sí a los otros dos partidos que, de poder aspirar a alcanzar el gobierno de la Comunidad, se pueden quedar también a las puertas de la Real Casa de Correos.

En definitiva, lo de Errejón va a mover la silla de todos, sean de izquierdas o de derechas. Y, a estas alturas, nadie tiene ni idea de lo que pueda suceder en Madrid. Pero ni idea: NPI.

Del Ayuntamiento hablaremos otro día.