Y allí estaba el presidente, como un particular. Un presidente de gobierno descendido al cajón de huevería que son los libros ahora, los libros que se venden por el dorado de la solapa y por la entrepierna totémica del autor o del lector. Un presidente descendido a la planta de complementos, al negocio del metacrilato, al cóctel de comodoro de los hoteles con portero comodoro.

Para seguir leyendo Regístrate GRATIS