Albert Rivera le ha propuesto al Partido Popular un gobierno de coalición, en un intento por despejar toda duda de que su socio preferente tras las elecciones del 28A está a su derecha. Pablo Casado le ha sugerido a Albert Rivera que sería un gran ministro de Exteriores en un claro intento por ningunearle.

Ciudadanos ha sido explícito en su deseo de un gobierno de coalición con el PP porque no quiere seguir perdiendo votantes hacia Vox. Y el PP se deja querer a medias y prefiere insistir en que Rivera es una veleta para sembrar dudas de para qué sirve votarlo. Casado quiere ser el único candidato que garantiza que Pedro Sánchez salga de La Moncloa, pero se le olvida decir que con ayuda de Vox, que es hacia donde más votos se les escapan a ambos partidos de centro derecha.

El PP tiene su propio problema. Muchos de sus votantes de toda la vida están desconcertados y no reconocen a su partido de toda la vida ante la profunda renovación de listas, llena de recién llegados a la política, con toreros y tertulianos por doquier. El riesgo para el PP es dejar de ser visto como el partido experimentado. Y eso juega en favor de Vox, al que con tanto novato a punto de entrar en el Congreso ya no se le nota tanto ser el recién llegado.

Nunca el votante conservador ha estado tan cortejado como en estas elecciones generales. Tres partidos se disputan inequívocamente su voto pensando en que lo que más le preocupa a los españoles es la unidad de España. Si el eje de esta campaña es en efecto defender la unidad de España, no le faltarán a los españoles opciones entre las que elegir.

Más difícil para decidirse el 28 de abril lo tienen los votantes que les importa la unidad de España pero no tanto como otros valores dela defensa de la Constitución. Desde el derecho a la igualdad de todos los españoles a casarse con quien les apetezca, sea cual sea su condición sexual, el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo, y en general la defensa de los derechos humanos de los ciudadanos al margen de cual sea su origen y religión. Tal vez por eso el PSOE sea el favorito en las encuestas, más que por devoción, por eliminación.

El PSOE se la juega a que el eje de esta campaña no es la unidad de España, sino la defensa de los derechos sociales. Y  ha presentado un programa electoral con 110 medidas hablando de pensiones y renta mínima, para retratarse como el partido más social. Eso sí, el presidente Sánchez tampoco renuncia indirectamente a la preocupación por la unidad territorial y en la presentación de su programa ha pedido una mayoría estable "para una España fuerte".