Se ha quedado sin su juguete, sin el plan con el que acariciaba, junto a sus asesores, la posibilidad de hundir las opciones electorales del PP y Ciudadanos a base de confrontarlos con las posiciones de Vox y de sumirlos a todos en un mismo saco mientras él se mantenía incólume en la posición de centro dejada desierta por los otros dos, PP y Cs. Ése era el cálculo, bastante acertado por cierto, que se hacía el presidente del Gobierno para asestar a la opción de centro derecha un golpe letal. Acertada en el caso de que Pablo Casado, Albert  Rivera y Santiago Abascal cometieran el error monumental de dejarse arrastrar hasta la trampa para osos que Pedro Sánchez les estaba preparando con sumo cuidado.

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