Días de crujir de dientes en el PP. El batacazo del 28-A se concreta ahora en nombres y apellidos: 70 diputados y 74 senadores pierden sus escaños. Muchos de ellos, tras varias legislaturas. Ellos y sus equipos dicen adiós y el grupo de whatsapp del Congreso echa humo. Lamentos, reproches, críticas -algunas desabridas- a la nueva dirección por haber cometido errores de bulto que han llevado al partido al peor resultado de su historia.

La situación en el cuartel de Génova, 13 no es mucho más plácida. Pablo Casado tiene que gestionar ahora la derrota y eso no es fácil en una organización desmoralizada que, además, ha perdido tras el 28-A 12 millones de euros en subvenciones tan sólo en este primer año de legislatura.

Pero no hay margen para el lamento. Ahora toca preparar la campaña de las autonómicas, municipales y europeas... ¡que empieza ya este viernes!

El líder del PP sabe que se la juega el 26-M y que un mal resultado le forzaría a marcharse, cosa que algunos desean, pero que abriría en el partido una crisis de consecuencias impredecibles.

Lo que sí parece que ha aprendido Casado es que tiene que recuperar el centro perdido. Y algunas de sus decisiones ponen de manifiesto que su disposición a rectificar es genuina, aunque a veces haya parecido chirriante, como, por ejemplo, que pasara de ofrecerle entrar en el gobierno a Vox a llamarle partido de extrema derecha, definición que internamente ya utilizaba Javier Maroto, que ha sido en parte el chivo expiatorio del fracaso del 28-A. Quien esté libre de contradicciones, que tire la primera piedra.

El nombramiento de Cuca Gamarra e Isabel Tejerina como coordinadoras de la campaña para el 26-M es otro gesto en esa dirección que intenta recuperar posiciones moderadas y más propias de un partido con sentido de Estado. Por último, la rueda de prensa del líder del PP tras su reunión con el presidente del gobierno, en la que se mostró dispuesto a llegar a pactos, corroboró, en el fondo y en la forma, que ahora el partido está más lejos de Faes y más cerca de Núñez Feijóo.

Feijóo se ha convertido en un garante del giro a la moderación. Su candidata como portavoz del PP en el Congreso es Ana Pastor. En el equipo de Casado se apuesta por Belén Hoyo

El presidente de la Xunta no es que esté deseando precisamente ahora arrostrar la carga de dirigir un partido a la deriva, pero otros barones, como Juan Vicente Herrera y algunos prohombres del mundo conservador (empresarios) le han pedido que dé un paso al frente por si acaso. Si el PP se estrella el 26-M, Feijóo tendría que acudir al rescate. Mal que le pese, él se ha constituido en referente, no sólo por su perfil más acorde con el de un partido de centro derecha, sino porque, y tal vez por ello, el PP gallego fue el que sufrió menos el 28-A.

De hecho, el presidente gallego ya marca la pauta del PP. Nada de cierta enjundia de lo que se hace en Génova se lleva pone en marcha sin su aquiescencia.

"El partido mira con miedo a las elecciones del superdomingo, pero, paradójicamente, podrían acabar siendo un bálsamo para calmar el dolor de la derrota de las generales". El que así habla es un diputado que ocupó un ministerio en la pasada legislatura. Como ya expliqué el pasado domingo en esta columna, hay razones para pensar que al PP le irá mejor el 26-M: se presenta en todas los municipios, recuperará a gran parte de los votantes decepcionados con Vox y no será castigado por la ley D'Hondt en las europeas. "Además -añade un miembro de la dirección popular- en las municipales se vota gestión y el partido estará mucho más movilizado".

Mientras llega el momento de la verdad, Casado tiene que decidir quién será el portavoz del partido en el Congreso. Aunque el cargo tiene una importancia relativa -el portavoz en los grandes debates siempre es el líder del partido- , la cuestión no es baladí porque con su elección debe corroborarse ese giro centrista que tanto predicamento tiene ahora.

Lo que está claro -dicen miembros del equipo directivo- es que será una mujer. Queda descartada Cayatena Álvarez de Toledo, "no sólo por su cercanía a Faes, sino porque sus resultados fueron catastróficos", argumenta la misma fuente, quien añade: "Fue superada en votos incluso por los senadores que figuraban en los puestos dos y tres en Barcelona".

Es fácil hacer leña del árbol caído. Cayetana lo hizo bien en los debates, fue valiente, pero lleva a Aznar como avalista y eso ahora no es precisamente un salvoconducto. Achacarle a ella la pérdida de  200.000 votos en Barcelona es cruel y exagerado.

Casado se debate entre la experiencia y la juventud. Desde Galicia se ha puesto sobre la mesa el nombre de Ana Pastor, la ex presidenta del Congreso, ex ministra y amiga de Mariano Rajoy, que sí que encaja en el perfil moderado que se busca. Por otro lado, el equipo más próximo a Casado baraja el nombre de Belén Hoyo, diputada por Valencia y un valor en alza.

El próximo día 21 se constituye la mesa del Congreso y, aunque los partidos tienen una semana más para nombrar portavoces y secretarios generales de grupo, sería deseable que, para entonces, Casado haya decidido ya quién será su número dos en el Congreso. Aunque sólo sea para que cuando los electores acudan a las urnas el domingo 26 de mayo sepan si también en la cámara baja el PP apuesta por personas coherentes con la política del sosiego.