Una sola señora de Podemos se ha cargado el gobierno socialista en La Rioja. Una sola señora, ahí ya como sentada por la esquina que da al pasillo o a la ausencia de política, al río al que se caen a veces los políticos esquineros o aventureros, como buscadores de oro borrachos o tiroteados. Le ha dicho al PSOE algo de volver en septiembre con los deberes hechos y ha votado que no. La política parece una cosa de escolares, y esta señora, con pinta de maestra enfurecida ya por julio y por todos los niños que corren y se le pierden, ha dejado una frase y un como corte de manga de fin de curso y de espíritu vacacional. No sabemos si Podemos la expulsará o la condecorará por dejarle a Pedro Sánchez una peineta, un portazo y un designio justo antes de su investidura de pega. Pero yo creo que esto le conviene a Sánchez. Le ha salido una saboteadora en la curva del Parlamento riojano como en la curva de la vía, precisamente cuando a él le hacía falta ese símbolo de sabotaje a la democracia, a la voluntad del pueblo y a su estampa de arcángel recién enviado y encalado.

Cuando se producía la votación, Sánchez estaba con Ferreras, que lo entrevistaba con actitud y joroba de confesor, dirigiéndolo, convenciéndolo o reconviniéndolo un poco entre las perspectivas catedralicias, de capilla o de pinacoteca, que la televisión ofrecía de La Moncloa. Ferreras le puso las imágenes de La Rioja y Sánchez meneaba la cabeza de disgusto, igual que el Rey Felipe con esa bandera mal izada, esa bandera fofa, destensada, que era como si ahorcaran a la patria con la lengua fuera. Es justo lo que nos dice Sánchez, que están ahorcando a la patria en su efigie, que lo están crucificando a él contra el cielo de carne de España como un Cristo de Dalí.

Esta señora, con pinta de maestra enfurecida ya por julio, ha dejado una frase y un como corte de manga de fin de curso

Que sobreviva España y que sobreviva él es lo mismo, y eso es lo que le decía a Ferreras con las manos y la mirada en carne viva. Sánchez quiere que creamos que es como la Emperatriz Infantil, languideciente y suplicante, de La historia interminable. Sólo dándole un nuevo nombre, recuerden, ella y todo el reino de Fantasía, que son la misma cosa, sobrevivirían a la enfermedad y a la destrucción. Hay que ser muy hortera para que un icono hortera de los ochenta defina tan perfectamente tu estrategia política. Sánchez sólo tiene por encima ya a la película Xanadú. Y yo creo que el día de la investidura lo va a superar, porque estoy viendo que es capaz de presentarse en el Congreso de los Diputados con patines.

Sánchez, en fin, con un traidor incluso en La Rioja, que es como la más recóndita cueva de los traidores, tiene otra daga en su pecho macareno (el sanchismo es un macarenismo, insisto), en su abanico de dagas, su preferido dentro de toda su colección de abanicos. Pero el gran malvado, el malvado como del Aladdin que es Sánchez, es por supuesto Pablo Iglesias, que llenó toda la entrevista de Ferreras como el Diablo llena los miedos y la lascivia de los devotos. “Necesito un vicepresidente que defienda la democracia en España”, dijo. La verdad es que debería empezar por un presidente que hiciera eso mismo. Ahí estaba él pidiendo “responsabilidad no conmigo, sino con España, con el Estado”, pero son Esquerra o Bildu los que más están deseando que Sánchez sea presidente. O sea, que Esquerra y Bildu, y el PNV también, parecen los más interesados en “preservar el interés general” del país, en su estabilidad, o en la estabilidad según Sánchez. Todo esto da tanto miedo como Iglesias de vicepresidente guerrillero, pero vende peor.

¿Cómo puede ser Podemos “socio preferente” y a la vez vetar a su líder que sólo dice lo mismo que su partido y sus puestos de camisetas?

Iglesias está vetado porque afirma que hay presos políticos, porque está a favor del derecho de autodeterminación, porque cree que el Estado es una cloaca, porque habla del Ibex y de Florentino como si hablara de Raticulín, con ojos en espiral. Pero es que Podemos es Iglesias con su señora, más alguna menina. O sea, que lo que dice Iglesias es lo que dice su partido, del Politburó al último tragafuegos. Puede haber diferencias orgánicas o estratégicas, pero en los estribillos de la izquierda antisistema no cabe separar a Iglesias de Podemos, que es en lo que insiste Sánchez. ¿Cómo puede ser Podemos “socio preferente” y a la vez vetar a su líder que sólo dice lo mismo que su partido y sus puestos de camisetas? Recuerden cuando Sánchez se arrepentía de haber considerado a Podemos un partido populista. ¿Ha vuelto a desengañarse o es que todo depende de su conveniencia?

Con vocecita de tísico, Sánchez pide lealtad, que es gratuita, a todos los partidos. Reclama sus votos a la vez que se designa la única opción digna en la política. España se muere con él, en fin. En realidad, lo que pretende es llegar a otras elecciones con todos los demás partidos manchados, agotados, heridos o groguis. Eso, o una investidura que no le cueste nada. O que él cree que no le cuesta nada, porque este país ama la fullería. De momento, los socios pasan a enemigos según el interés y hasta le florecen los traidores cuando conviene a sus lágrimas de nácar o arroz. Hacia ellos, hacia los traidores, se lanza Sánchez buscando la espada de cartón y la sangre de chorrera, como un Don Mendo guapo, falso y en venta.