Fue un espectáculo inusual. Las manifestaciones populares forzaron la renuncia de Ricardo Rosselló, gobernador de Puerto Rico. Era la primera vez que algo así sucedía desde 1898, cuando Estados Unidos le arrebató a España la soberanía de la Isla en lo que se conocería como la Guerra Hispano-Estadounidense o Hispano-Cubana-Estadounidense.

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