Ni Europa, ni las ONG guais con gorrito de Cousteau, ni la ultraderecha que cree que el problema se arregla con repelente de mosquitos, saben qué hacer con esa inmigración ilegal que se lanza al mar a morir o a ser parido otra vez por la naturaleza. No sabe nadie qué hacer, ni en general ni cuando hay un barco de éstos perdido por un Mediterráneo que se come a la gente como a argonautas o los seca al sol como marineros de Ulises. No lo sabe nadie, lo va a saber Sánchez. Por eso nuestro presidente, desde su sitio y su estatura en el mar y en la mitología, como el Coloso de Rodas de Doñana, ordenó lo del buque Audaz.

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