A Margarit le enseñaron a escribir dos mujeres que no sabían escribir. Su abuela y su hija Joana. La primera le educó en catalán, la segunda le mostró la vida, limpia y cruda. Su poesía sale de mirar a los otros, de no olvidar, del daño, del dolor, del ansia. De mirarse por dentro, también.

Para seguir leyendo Regístrate GRATIS