Antonio Banderas no es negro, pero quizá puede serlo. De hecho, en Estados Unidos lo han convertido en negro (colored, en realidad) con esa prisa mercantilista, recaudadora, numeral, que gastan por allí. De repente, algunas publicaciones lo incluyeron en el grupo “de color” de los candidatos a los Oscar, grupo o categoría que debe estar bien establecida desde el comienzo para luego hacer las críticas, las alabanzas, las medidas y las comparaciones con otros años y otros grupos.

Hay algo que se rasga y se rompe aparatosamente por allí, entre sus terciopelos musicales, sus escalinatas de piano y sus hombres de hojalata; hay algo que se cae ruidosa y cojamente, como media platea, si no hay un mínimo equilibrio en sus cortesías políticas. Pero es una cortesía muy de teatro, muy de pose con guante de ballet, en el sentido de que siempre oiremos hablar más de un grupo colored exiguo en los Oscar que de la vida diaria en Hyde Park, Chicago, por ejemplo. No es que haya que elegir entre la realidad y el símbolo, es ese infausto momento en nuestra historia en que el símbolo es lo único que importa. O sea, más Chris Rock y Jamie Fox, y menos, ya digo, Hyde Park.

El que Banderas pueda ser o no 'colored' depende de la necesidad del mercado, igual que en otro momento pueda convenir ser caucásico

Antonio Banderas no es negro (colored), pero quizá puede serlo. Se diría que el que Banderas sea negro o colorao no depende de él, de las longitudes de onda que refleja su piel como un fondo marino fenicio, ni de su genética, ni de sus ancestros, ni siquiera de lo que determinen otros según baremos o según prejuicios, porque su apellido o su país les suene a mariachi o les huela a dátil. Se diría que el que Banderas pueda ser o no colored depende de la necesidad, del mercado, de que el equilibrio simbólico, no la justicia ni la injusticia reales, sino un cierto musical de las razas ante el público, requiera que en ese momento sea contado como colored, igual que en otro momento pueda convenir que sea contado como caucásico. O sea, que no depende de que seas de una raza, a pesar de que la ciencia nos diga que las razas no existen como tales, que sólo hay una raza humana. No, depende de que te “racialicen”.

El otro día, la que iba a ser directora general de Diversidad étnico-racial (olvidemos que sólo hay una raza humana o nos quedaremos con todos los ministerios despoblados), renunció a su puesto por no ser una persona “racializada”. También Irene Montero, entrevistada en La Sexta (les toca el paseíllo), mencionaba el concepto de persona racializada y no racializada. En otros tiempos o lugares, una persona blanca que se refiriera a otras personas no blancas como “racializadas” nos hubiera olido mucho a esa chamusquina de hachones y cruces, ardiendo entre el centeno o entre águilas de bronce. Ahora, ésa es precisamente la ortodoxia. Es decir, que lo racista es no racializar.

En otros tiempos, una persona blanca que se refiera a otra no blanca como 'racializada' hubiera olido a chamusquina de hachones y cruces

Las personas ya no son personas, sino que vuelve a haber negros, blancos, gitanos, indios, con su espacio, su identidad, su cultura, que tienes que tener en cuenta, no vayas a tratarlos como si no fueran racializados, no vayas a tratar a un negro como a un blanco, dejando de lado su negritud, o serás racista. Eso sí, ignoro si te puedes racializar tú o te tienen que homologar la raza; si el mismo Antonio Banderas podría declararse colored en conciencia o lo tendría que hacer una secretaría de Estado, o el ayuntamiento distribuyendo pegatinas como las de los coches o los frigoríficos. Y mejor no buscar otros ejemplos para no banalizar.

A Antonio Banderas lo han racializado, y supongo que bien racializado. Porque su racialidad existe en la medida en que existe una problemática de discriminación contra un grupo, en este caso los latinos. Alguien racializado, asumo, es alguien que sustancia o simboliza en su persona una realidad de discriminación u opresión de un colectivo. No racializar es negar esa opresión y por tanto es racista. Es decir, corregir la afiliación colored de Banderas es racista. Aunque él no lo sepa, su racialidad es en cierta manera una necesidad para el colectivo latino en el que le han incluido. Y también es una necesidad para los no racializados, que tienen que racializar algo para no ser racistas, no sé si me explico.

No racializar es negar que existe opresión hacia un colectivo, y por tanto es racista

La racialidad, en fin, tiene que tener su frontera, su diferencia y su secretario racializado que lo entienda. Aquella primera candidata al cargo podemita era de una raza no racializada, o sea una raza no oprimida, una raza dominante (¿pero se pueden manejar estos conceptos sin sentir escalofríos?). Montero tampoco está racializada porque no sufre opresión, al menos en Galapagar, en Vallecas se podría discutir.

El progreso parece que era esto, volver a separar y a estancar a los seres humanos por su color, por su origen, por su religión, por la forma de sus cráneos o narices, por el Rh o por el colesterol. Separación y exaltación simbólicas, porque los problemas del ser humano no sólo no se resuelven, sino que se olvidan en esta fiesta de tenderetes.

La igualdad, al final, era la multiplicación de las identidades grupales, de la discriminación entre humanos por características anecdóticas. Discriminación orgullosa, positiva, de buen rollo, sólo en guerra con los racistas que niegan esa racialidad, claro. O sea, los fascistas de siempre que se atreven a decir que tu color de piel no importa, que tu origen no importa, que tu sexo no importa, que la naturaleza humana se diferencia y se manifiesta en la libertad de la individualidad, no en identidades homogéneas ya repartidas como en esa baraja de los negritos y los esquimales. Sí, los racistas de siempre. Como aquel iluso que dijo esto: “Tengo un sueño, que mis cuatro hijos un día vivirán en una nación en la que no serán juzgados por el color de su piel sino por la naturaleza de su carácter”. Sí, un racista llamado Martin Luther King.

Antonio Banderas no es negro, pero quizá puede serlo. De hecho, en Estados Unidos lo han convertido en negro (colored, en realidad) con esa prisa mercantilista, recaudadora, numeral, que gastan por allí. De repente, algunas publicaciones lo incluyeron en el grupo “de color” de los candidatos a los Oscar, grupo o categoría que debe estar bien establecida desde el comienzo para luego hacer las críticas, las alabanzas, las medidas y las comparaciones con otros años y otros grupos.

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