El cine es una mentira envuelta bellamente en otras mentiras. La mentira de la luz, la del movimiento y así hasta la del falso héroe o la del falso cowboy o la del falso intelectual. Pedro Sánchez va a ir a los Goya y será como ir a su casa o a su alma máter, a sentirse parte de esa mentira artistificada que llega hasta a regalarse una fiesta empaquetada de rojo como una caja de bombones. De lo mejor que tiene la última de Tarantino, Érase una vez en Hollywood, es la manera en la que nos enseña que el cowboy cinematográfico es en realidad sólo un bebedor de margaritas y que necesita otra mentira del cine, la de Tarantino, para ser héroe de nuevo. Tarantino, en la misma película, nos saca de la mentira y nos mete en la mentira, igual que Sánchez.

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