La culpa la tienen los supermercados, con su Navidad de manzanas, con sus pirámides de latas de Warhol, con su música de ortodoncista, con sus cajeras como musas del chicle. En el supermercado está todo el capitalismo, un capitalismo como americano que el nuevo Gobierno tiene que combatir siquiera por lo simbólico, yendo contra el Tío Sam que parece que dibujan en sus cajas de cereales. A lo mejor eso no ayuda mucho a nuestros agricultores, pero se trata de hacer guerra cultural y en eso estamos. Es una guerra del progresismo contra el capitalismo pero también del tendero español, como el bandolero español, contra los quarterbacks de hamburguesa y batido. Ahora que hasta Podemos está patriótico y ya aplaude al Rey como a Maduro, se puede hacer antiimperialismo con el supermercado y romance con el colmado.

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