A Sánchez le ha tocado el fin del mundo, el fin del mundo del que se reía como se ríen de la muerte todos los guapos. Un día uno está vivo, el planeta está vivo, el país está vivo, y de repente estornudas o te cae un meteorito o te gobierna Sánchez con las luces apagadas para hacer el amor, y se acabó todo. Me acuerdo de algo que escribió Umbral no recuerdo dónde: “Estamos vivos de milagro. Lo científico sería morirse enseguida”. Umbral se miraba hacia dentro, se medía por dentro esa lucha continua de insectos y paramecios y arborescencias de sangre y haces eléctricos que es la vida, y concluía que lo increíble era que aquello no reventara o no colapsara, que no nos despachurrásemos al momento en ese montón de tierra y lombrices que somos, ese saco rajado que arrastramos por la existencia.

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