Lo que está en juego en Galicia el próximo 5 de abril es el futuro de España o más bien de una forma de entender y estructurar España. La España que defiende Núñez Feijóo es básicamente un país como el que tenemos, organizado en comunidades autónomas y fuertemente descentralizado pero basado en la lealtad recíproca de todos los elementos e instituciones en juego. Y eso que él defiende es también el modelo que han defendido hasta ahora de una manera mayoritaria los más de un millón setecientos mil gallegos con derecho a voto según se ha venido demostrando en las últimas tres elecciones autonómicas.

Pero hay otro modelo que va ganado posiciones con la aprobación del partido en el Gobierno, que se suma a él aunque no está muy claro si lo hace por convicción o por necesidad de mantener como sea su supervivencia en el poder central. Es el modelo de la "nación de naciones" que defienden desde hace muchos años los partidos nacionalistas, que pretenden vaciar al máximo las estructuras políticas y administrativas del Estado para ser asumidas por las naciones soberanas que quedarían constituidas voluntariamente, si así lo deciden, dentro de un ente al que se seguiría llamando España y que compartiría con ellas la soberanía para unas cuantas competencias residuales que se establecerían en su momento.

El PSOE no está en esa línea sino en la de una reforma de la Constitución para el establecimiento de un Estado federal, "asimétrico" le llaman, y que supone una auténtica novedad, por no decir extravagancia, jurídica y política en el Derecho comparado. Pero siendo esto así, es un hecho que el Partido Socialista ha pactado ya en el País Vasco, en Navarra y en Cataluña con los partidos nacionalistas e independentistas, partidarios todos ellos de vaciar al Estado y dejarlo como una cáscara hueca. Partidarios en el mejor de los casos porque lo que nos encontramos en Cataluña es a fuerzas que pretenden directamente romper el país desgajando a Cataluña de él.

Lo que está en juego en Galicia el próximo 5 de abril es el futuro de España o más bien de una forma de entender y estructurar España

Insisto en que, de entre las cuatro llamadas "nacionalidades históricas" en tres de ellas ya se han impuesto otros tantos gobiernos compuestos con fuerzas de izquierda y nacionalistas o independentistas y en Navarra además con proetarras. Sólo queda Galicia, gobernada por un señor que pretende que España siga siendo lo que es desde hace más de cinco siglos pero que defiende la autonomía de su tierra, su cultura específica y su propia lengua.

Por eso la batalla que se está librando ya sobre Galicia va mucho más allá de decidir las siglas de quienes vayan a ocupar el poder o de examinar el futuro de los respectivos partidos políticos que concurren a las elecciones. Aquí se juega, es verdad que en el largo plazo, la pervivencia del modelo de Estado tal y como lo conocemos hoy. Y eso es lo importante.

Se sabe de antemano que el Partido Socialista no va a ganar las elecciones -quedará a casi la mitad del PP en porcentaje de votos- y que quien las va a ganar, más que el Partido Popular, es Alberto Núñez Feijóo porque ha sido capaz de acoger bajo esas siglas a votantes de derechas, de centro y de centro izquierda -lo que explica sus tres mayorías absolutas consecutivas- votantes en su mayoría galleguistas, que es la manera galaica de describir la defensa cerrada de su tierra y el cuidado y fomento de sus especifidades pero manteniendo al mismo tiempo viva y activa su españolidad.

El PSdeG no va a ganar pero va a pactar con todas las fuerzas a su izquierda que obtengan representación parlamentaria, notablemente con el BNG que está en alza en las encuestas y que presenta un perfil netamente independentista. Y también va a pactar con las confluencias de Podemos Galicia, Anova y EU. En esas condiciones de pacto el PSdeG está a punto de lograr una suma de escaños que le arrebate el líder del PP ese diputado número 38 sin el que Núñez Feijóo quedaría derrotado en términos absolutos porque, aunque 37 escaños es mucho, perdería el poder.

Puede que el día 6 de abril el futuro de Núñez Feijóo y las esperanzas del PP nacional dependan de ese diputado de Vox

Y no sólo lo perdería en Galicia sino en el seno de su partido porque dejaría automáticamente de ser el referente del mayor y único éxito total del que los populares pueden en estos momentos enorgullecerse. Feijóo corre hoy el riesgo cierto de ser derrotado, pero fíjense en la diferencia con la que se examina su apuesta respecto de la de Íñigo Urkullu en el País Vasco: en un parlamento con 75 escaños, los mismos que el parlamento gallego, se considera un éxito que el actual lehendakari obtenga 29 escaños, uno más de los que ahora tiene. Y, sin embargo se considerará un fracaso estrepitoso que Núñez Feijóo consiga "solamente" 37.

Pero así es porque con sus 29 diputados y los del Partido Socialista Urkullu podrá gobernar en coalición con mayoría absoluta y Núñez Feijóo sabe que puede pasar de la muerte política con 37 escaños a la vida, al éxito y a consolidarse como un referente y una autoridad indiscutible dentro de su partido con los 38 por los que ya ha empezado a pelear. La victoria no la da el número de votos obtenidos más que en el caso de que esos votos vengan acompañados del sillón presidencial.

Pero así como Ciudadanos no tiene la menor posibilidad de conseguir representación en el parlamento gallego, Vox tiene opciones a lograr un único diputado. El ahora presidente gallego no ha querido nunca acercarse al partido de Santiago Abascal en Galicia y sus relaciones políticas son nulas. Pero puede que el día 6 de abril el futuro de Núñez Feijóo y las esperanzas del PP nacional dependan de ese diputado de Vox.

Habrá que ver entonces qué hace Feijóo frente a ese escenario. Lo más probable es que decida no negociar nada con él y depositar sobre sus únicos hombros la responsabilidad de permitir que también en Galicia gobierne una coalición de partidos de izquierda con independentistas con los efectos que eso pudiera tener sobre el futuro de todo el país. Será un duelo dramático y de resultado incierto. Es mucho lo que se juega allí.

Lo que está en juego en Galicia el próximo 5 de abril es el futuro de España o más bien de una forma de entender y estructurar España. La España que defiende Núñez Feijóo es básicamente un país como el que tenemos, organizado en comunidades autónomas y fuertemente descentralizado pero basado en la lealtad recíproca de todos los elementos e instituciones en juego. Y eso que él defiende es también el modelo que han defendido hasta ahora de una manera mayoritaria los más de un millón setecientos mil gallegos con derecho a voto según se ha venido demostrando en las últimas tres elecciones autonómicas.

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