Reconozco que soy de los que lo llevan bien. Pero también sé que somos minoría. Planea el fantasma de volver a meternos en casa por obligación, que por prudencia ya lo estamos mucho, mientras pienso qué tema musical añadir a la playlist de este respetable medio.

Y recuerdo haber ido en 1982, como tantos otros chavales, a unos conocidos grandes almacenes a buscar aquel single de 45 r.p.m. de esos muchachos tan modernos que se hacían llamar Mecano que hablaba de estar perdido en una habitación: “Enciendo el televisor, me pongo a fumar… no paro de hablar con esa pared”. Por 125 pesetas la podías escuchar siempre que quisieras en tu tocadiscos. Ese tema con ritmos discotequeros machacones pero con una muy original melodía fue el que protagonizó el primer videoclip que se hizo en nuestro país, por cierto.

Normal, si pensamos que el grupo de Ana, Nacho y José María (o el uno, el dos y el tres) ha sido el fenómeno definitivo que solamente podía haberse dado en esa España que se abría con ilusión a los sonidos de sintetizador, a las hombreras y a los maquillajes (“Maquíllate, maquíllate…”).

Nada que ver con su interpretación de “Al Alba” en la modalidad de canción ligera en Gente Joven aquel 23 de marzo de 1979. En ese momento eran José María Cano Andrés, y sus acompañantes.

Entre esa actuación y su último concierto en Valladolid, tal día como hoy en 1992, una era entera de la música española sucedió.

Es comprensible que no quieran volver. Ya no es cuestión de rivalidad. O de llegar a no soportarse. Es básicamente dejar lo que fue en lo que es y será para siempre. ¿Para qué añadir epílogos a una historia perfectamente definida?

Atrás queda el primer coche creado para una banda

Y es que “la fuerza del destino”, por mucha “cruz de navajas” que haya habido, hará que se sigan “colando en nuestras fiestas” por lo menos “un año más”. Ahora que andamos pendientes de saber si nos dan un “fallo positivo”, y que, por causa mayor, “no hay marcha en Nueva York”, ni en Hawai ni en Bombay, y “el mundo del futuro” es una verdadera incógnita… “Nos cuesta tanto olvidarles”.