Martínez Almeida llegó cuando Carmena hacía encajito con Madrid, con su canastilla de pobres, con sus calles llenas de versitos de milenial descubriéndose el vello, con sus sábanas tendidas en el Ayuntamiento cíngaro, vecindón y zarzuelero. El encaje es como hilar agua o llamas, y Madrid tiene fuentes de hilo fino, y mucho fuego griego en las diosas y en los edificios, así que Carmena se limitaba a desmadejar Madrid a sus pies. Quiero decir que Carmena no sabía ni gastar el dinero, así que todo eran croquetas políticas, bordados ideológicos y patucos izquierdosos hechos por ella, sobre su falda llena de pelos y sobras de gato. Quizá por eso a la gente se le ha quedado la imagen de que Almeida vino a matar a una abuela por la herencia o por esos monederos como maletines de médico que tienen las abuelas. Pero yo creo que Almeida vino para ser el anti Sánchez, y ahí está su futuro.
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