Ha ganado Biden, según anunció la CNN. Démoslo por hecho, al margen de la batalla judicial que ha iniciado el presidente Trump, que se niega a reconocer su derrota.

La euforia en la mayoría de los medios tanto de Estados Unidos como de Europa recuerda al triunfo de Barack Obama. En España, las elecciones se han seguido con tanta intensidad y pasión como si nos fuera la vida en ello.

Trump es el matón sin principios que ha alimentado el supremacismo blanco y machacado a la minorías, mientras que Biden representa a esa América ilustrada y urbana con la que nos identificamos los europeos. En un ejercicio de simplificación sin precedentes, Biden representaba al bien, mientras que Trump era la personificación del mal.

Muchas cosas no van a cambiar, pero Biden tendrá que recomponer la unidad rota de una nación más polarizada que nunca

Pues bien, ya podemos dormir tranquilos. Unos miles de votos en Pensilvania nos han devuelto la fe en la democracia norteamericana. Algunos han llegado al éxtasis, como cuando Ramos metió el gol en el minuto 93.

Aunque yo nunca hubiera votado por Trump, aunque sólo sea por sus malos modales y su estilo hortera, prefiero ver las cosas con un poco de escepticismo. Tal vez para no llevarme una desilusión.

Por eso, me hago y les lanzo algunas preguntas:

  • ¿Derribará Biden el muro de la frontera con México?
  • ¿Cambiará la política exterior iniciada por Obama que tiene a Asia como prioridad relegando a un segundo plano a Europa?
  • ¿Animará la Casa Blanca a Boris Johnson a consolidar el Brexit?
  • ¿Condenará los asentamientos de Israel en Cisjordania?
  • ¿Eliminará los aranceles a las importaciones chinas?
  • ¿Cambiará la política en Venezuela y Cuba?

En fin, no les quiero amargar el día a los que creen que el mundo será a partir de ahora mucho mejor.

Biden tiene por delante una dura tarea que podrá a prueba su resistencia física y su capacidad como gestor de crisis. La pandemia sigue asolando el país, el Senado seguirá controlado por los republicanos, y la economía no le va a dar ni cien días de gracia. Durante los cuatro años de trumpismo no sólo creció de forma espectacular el PIB, sino también el salario medio de los norteamericanos y el paro bajó hasta alcanzar cifras récord. Los norteamericanos le juzgarán con la mirada puesta en el retrovisor.

Aún con todo, eso no es lo peor que le espera al nuevo presidente de los Estados Unidos. Lo más difícil va a ser recomponer el consenso en una sociedad más polarizada que nunca. Biden tendrá que alcanzar una especie de pacto social que evite enfrentamientos y proponga al país unas metas comunes, aceptadas por la gran mayoría.

La confrontación ha ido demasiado lejos y Biden no podrá gobernar dando la espalda a los más de 70 millones de personas que han apoyado a Trump.

¿Es este político experimentado pero ya con casi 78 años el hombre adecuado para afrontar esa enorme tarea? Desde luego, Trump no se lo va a poner fácil.

Pese a mis dudas y a mi justificado escepticismo espero que, al menos, en esa tarea, que es, en el fondo, la batalla contra el populismo, Biden tenga fuerza, acierto y suerte. Por el bien de todos.

Ha ganado Biden, según anunció la CNN. Démoslo por hecho, al margen de la batalla judicial que ha iniciado el presidente Trump, que se niega a reconocer su derrota.

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