El efecto Illa quizá es que hablemos del efecto Illa, porque ha salido en el CIS, que es como el espejo de tenor ante el que ensaya Sánchez, o porque lo han presentado ya en precampaña, entre rojos de celofán de sex shop. Pero yo creo que el efecto existe, igual que existe el efecto túnel, a pesar de que parezca violar las leyes del sentido común. El efecto Illa es que un personaje siniestro vuelva allí donde la política es más siniestra, Cataluña, y triunfe como un indiano frugal viudo de España, viudo de ministerio, viudo de cualquier otra cualidad aparte de su luto casadero. A Illa no le pueden premiar la gestión, que ha sido ceniza y cínica, pero en Cataluña ya no importa la gestión, sino la sucesión circular de ceremonias de melancolía, inevitabilidad, duelo y contrición. Algo que parece hecho para Illa.

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