
Salvador Illa y Pedro Sánchez en el Comité Federal del PSOE.
El efecto Illa quizá es que hablemos del efecto Illa, porque ha salido en el CIS, que es como el espejo de tenor ante el que ensaya Sánchez, o porque lo han presentado ya en precampaña, entre rojos de celofán de sex shop. Pero yo creo que el efecto existe, igual que existe el efecto túnel, a pesar de que parezca violar las leyes del sentido común. El efecto Illa es que un personaje siniestro vuelva allí donde la política es más siniestra, Cataluña, y triunfe como un indiano frugal viudo de España, viudo de ministerio, viudo de cualquier otra cualidad aparte de su luto casadero. A Illa no le pueden premiar la gestión, que ha sido ceniza y cínica, pero en Cataluña ya no importa la gestión, sino la sucesión circular de ceremonias de melancolía, inevitabilidad, duelo y contrición. Algo que parece hecho para Illa.