
El presidente de Vox, Santiago Abascal, interviene durante un acto de campaña en Figueres.
El PP dejó de fichar toreros cuando volvían a estar de moda (ahora parecen rebeldes como drag queens) y se fue al centro justo cuando el centro moría. No hay manera de que acierten. Dicen los pitonisos que en Cataluña está a punto de pasarlos Vox, mientras la gente aún se pregunta si Casado está por delante o por detrás de Ayuso. El PP, con inercia de carretón, llega tarde a todo desde Rajoy, del que parece haber heredado unas pantuflas encharcadas. Buscando el sitio, sacrifica a su inteligencia por inteligente (Cayetana), posterga a sus iconos por folclóricas (Ayuso) y confunde la moderación con la invisibilidad. El PP buscó el centro y el centro es lo que van a aplastar, al menos en Cataluña. Lo van a aplastar entre el nacionalismo racial de los indepes, el otro nacionalismo de subsistencia de los socialistas, el podemismo que está en modo demolición, y Vox, claro, que es para todos éstos una conveniente comparsa, el torero de bombero torero de lo español que les justifica y apuntala.
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