“Si no se mueve, Ciudadanos está muerto”, dice Ana Belén Ramos que le dicen los críticos del partido de Inés Arrimadas después de la catástrofe sufrida por ese partido en las elecciones catalanas, tras reconocer también que el que se arriesgue hoy a plantear un acercamiento al PP estará igualmente muerto a ojos de la dirección del partido. Y tienen razón en las dos afirmaciones pero sobre todo en la primera porque la realidad es que la formación política que nació en 2006 en Barcelona para oponerse al imperio de las tesis nacionalistas en la vida política catalana y que disfrutó de un creciente apoyo de los españoles cuando dio el paso a a política nacional, está agonizando ahora mismo.

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