La trayectoria de Podemos es ahora mismo muy incierta porque la renuncia de su líder se suma a una historia breve pero muy intensa de desencuentros y luchas internas, purgas, escisiones y enfrentamientos definitivos, éstos ya en la arena electoral.

En siete años de vida, el partido de Pablo Iglesias ha cambiado de dirigentes hasta el punto de que él es el único fundador que queda al mand0 de Podemos pero un proceso centrífugo de esa naturaleza es extraordinariamente raro en una formación política tan joven y es también una prueba de la fragilidad intrínseca de la organización.

La salida anunciada por Pablo Iglesias a raíz de unos resultados electorales en la Comunidad de Madrid claramente insuficientes pero que al fin y al cabo aportaron a Unidas Podemos tres escaño más de los conseguidos en abril de 2019, algo que el líder de los morados ha considerado lo bastante modestos como para que no le mereciera la pena mantener su apuesta inicial de "estar ahí donde los electores me manden", como se había comprometido antes de las elecciones del 4M, ha abierto la puerta a un proyecto de sucesión que no augura nada bueno para su futuro y su estabilidad.

El problema es que el diseño ideado para su sustitución presagia más desencuentros y enfrentamientos internos además de resultar muy poco efectivo: una dirección bicéfala para el partido ocupada para mayor inri en dos mujeres que son amigas, y con el añadido de una candidata distinta a la presidencia del Gobierno designada a dedo -como las otras dos aunque luego las bases tendrán que ratificarlas- por Pablo Iglesias pero que tiene la particularidad de que no pertenece al partido de Podemos y ni siquiera a Izquierda Unida sino al PCE.

Ya resulta muy significativo que Yolanda Díaz se haya mantenido dos pasos atrás de la designación hecha por el líder de Podemos y hasta la fecha no consta que haya mostrado su disposición a ocupar el papel de candidata de los morados que le ha asignado Iglesias escudándose en el argumento de que "eso es algo que tendrán que decidir los militantes".

Más País tiene grandes posibilidades de crecimiento, mientras que Podemos apunta a un declive que ya se inició en las elecciones vascas y gallegas y ha continuado en las de Madrid"

Pero lo que suceda con Podemos está íntimamente ligado a un hecho determinante y es que uno de los líderes podemitas expulsados de mala manera de la organización, Íñigo Errejón, ha puesto en pie un nuevo partido, Más Madrid, que en las elecciones autonómicas y municipales de abril de 2019 obtuvo 19 concejales en el Ayuntamiento de Madrid y 20 diputados en la Asamblea autonómica pero que en los comicios del 4M han logrado 24 escaños y casi triplicado el número de votos recibido por Podemos.

De esos buenos resultados de 2019 habida cuenta de que se trataba de un partido de reciente creación, los componentes de Más Madrid tomaron una decisión arriesgada y apostaron por presentarse en determinadas circunscripciones en las elecciones generales de mayo de ese mismo año. Y después de varios cambios de nominación, de nuevo la marca Más País ha sido registrada porque sus dirigentes tienen la intención de convertir su proyecto en uno de ámbito nacional. Que es en lo que están ahora.

Y aquí es donde vuelve a encontrarse Errejón con su viejo amigo y ahora adversario Pablo Iglesias pero en situaciones en la que la tornas se han dado por completo la vuelta hasta dar un giro de 180 grados. Ahora Más Madrid es un partido en alza y Podemos es un partido en franca decadencia, cuyas agrupaciones territoriales han dado la espalda en demasiados casos al núcleo dirigente de Madrid y cuyo líder ha anunciado además, después de las elecciones del 4M, que abandona la política. Ya veremos en qué queda eso al final pero lo que sí es seguro es que deja la dirección del partido que él contribuyó decisivamente a crear.

Pero la fórmula de bicefalia en el partido morado que él ha decidido, no sabemos con qué criterios, no apuntala buenas perspectivas para el futuro sino todo lo contrario. La fórmula que le funciona al PNV, que se complica aún más en Podemos por la bicefalia en la cúpula del partido, sólo se puede mantener, y con dificultades, en formaciones con larga trayectoria y muchas décadas de experiencia política a la espalda. No es el caso de los morados.

Sí puede tener, en cambio, mucho más futuro que el que tiene Podemos el movimiento del que da cuenta aquí Cristina de la Hoz según el cual Más Madrid se dispone a cerrar una operación de largo alcance sumando sus fuerzas con Mónica Oltra, de Compromís en Valencia; con Ada Colau, de En Común Podem Cataluña; con Teresa Rodríguez de los Anticapitalistas de Andalucía además de mantener las coaliciones con la Chunta Aragonesista y con las confluencias de Galicia, donde Carolina Bescansa ya concurrió en las listas de Más País, y de Canarias.

Y en esas condiciones tiene todo el sentido que los de MM quieran consolidar su posición en toda España abriendo los brazos no solo a las antiguas confluencias de Podemos, hoy en claro enfrentamiento con el núcleo del partido en Madrid, sino a militantes de los morados que no se sientan cómodos con el modo en que han transcurrido las cosas de unos años a esta parte en su partido. El partido de Íñigo Errejón parte además de una posición de ventaja porque es ahora mismo el segundo, por delante del PSOE en la determinante Comunidad de Madrid donde le saca nada menos que 14 escaños a Podemos.

Por lo tanto, así como el futuro de Más País tiene grandes posibilidades de crecimiento parece que el de Podemos apunta justamente a lo contario, a un declive que ya se inició en las elecciones generales de noviembre, continuó en las vascas y gallegas y ha rematado en las de Madrid en las que ha quedado como última fuerza.

Errejón ya no es, pues, el político acosado, ninguneado, y expulsado de hecho de las filas de Podemos. Ahora se ha convertido en un líder político que ha demostrado ser el refugio electoral de miles de votantes de la izquierda que ya no se sienten representados ni por Podemos ni tampoco por el PSOE de Pedro Sánchez.

Errejón es un dirigente que tiene un prometedor futuro si consigue convertirse en el referente de esa nueva izquierda verde y feminista"

Es, por lo tanto, un dirigente que tiene un prometedor futuro por delante si consigue convertirse en el referente de esa nueva izquierda verde y feminista que no se entretiene en inventarse fantasmas como el del fascismo amenazante de nuestra democracia, copyright de Pablo Iglesias al que el PSOE se sumó con una frivolidad y una inconsistencia que le ha costado en Madrid la derrota más humillante de su historia. Una izquierda moderna que apunta a las necesidades y problemas reales de los ciudadanos y que puede retar de tú a tú a Podemos y ganarle con creces la partida.

Si además la actual ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, aceptara sumarse al proyecto de Más Madrid bajo las siglas nacionales de Más País habremos de saludar la aparición de un nuevo partido de la izquierda española que le dará la puntilla más pronto que tarde a los restos de un Podemos que lleva meses y meses deslizándose por la pendiente de la irrelevancia a pesar de haber conseguido formar parte del Gobierno.

La operación está en marcha con el apoyo al parecer del sindicato Comisiones Obreras que desea volver a tener un referente político como antes tenía en el Partido Comunista pero que ha perdido con Garzón. Y, si esa operación sale adelante certificará su victoria rotunda sobre un Podemos en progresiva debilidad.

Pero si, sobre todos logros que alcancen, consiguen que se sume a esa plataforma la única ministra bien valorada por la opinión pública, tendremos que saludar la aparición definitiva de una nueva izquierda en el panorama político español con unas perspectivas francamente favorables dentro de su sector ideológico.

Una izquierda que acabaría por provocar la victoria del partido que nació por la expulsión de su líder a cargo de Iglesias y del coro de sus mariachis, empujados hoy por la vía de los hechos a la consunción natural y que incluso podría provocar serios problemas de asentamiento en la población del partido hegemónico de la izquierda en España como es el Partido Socialista, como acaba de suceder en Madrid donde una parte de los votos recibidos por la formación de Errejón provenían del PSOE. Esto es lo que le faltaba a Podemos, uno de los dos representantes de aquella "nueva política" que se están quedando en nada y menos con el paso de los meses.

Es enorme la cantidad y el calado de los movimientos que se están produciendo en el escenario político español a raíz de lo que sus autores consideraron -con una miopía inaudita- una operación menor, la moción de censura de Murcia, destinada a ser antesala de la gran batalla de demolición del poder autonómico del PP.

Nunca una operación política de salón ha dañado tanto a tantos intervinientes en ella y ha beneficiado tan intensamente a quien estaba destinado a ser su víctima.

La trayectoria de Podemos es ahora mismo muy incierta porque la renuncia de su líder se suma a una historia breve pero muy intensa de desencuentros y luchas internas, purgas, escisiones y enfrentamientos definitivos, éstos ya en la arena electoral.

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