No tiene nada de sorprendente que el empresariado catalán se muestre favorable concesión de los indultos a los independentistas condenados por violar la Constitución, porque desde hace 10 años han estado apoyando el movimiento independentista, además de financiándolo. Sin el dinero suministrado por el empresariado catalán de alto y medio nivel los secesionistas no habrían podido sobrevivir políticamente.

Después, cuando asistieron al deterioro rampante y continuado del tejido empresarial de Cataluña, empezaron a clamar por una solución al problema que ellos mismos contribuyeron a generar. Una solución que nunca incluyó la asunción de su parte de responsabilidad en la magnitud del desafío planteado por sus protegidos.

Y ahora ven el cielo abierto con la decisión del presidente del Gobierno de indultar a los condenados por el Tribunal Supremo. Todos, o la inmensa mayoría, son partidarios del indulto porque piensan que eso contribuirá a la normalización de la vida económica y social catalana y mejorará sus respectivas necesidades de crecimiento. Ninguno de ellos ha exigido, sin embargo, al secesionismo que dé un paso al frente y que ofrezca alguna cesión al Gobierno, algún compromiso de que de ahora en adelante sus actividades se desarrollarán dentro de los cauces que marcan la Constitución y las leyes. 

Ningún empresario ha exigido al secesionismo que dé un paso al frente y que ofrezca alguna cesión al Gobierno"

No. Con la supuesta y sólo insinuada renuncia de Oriol Junqueras a la vía unilateral tienen bastante sin pararse a calibrar que esa vía unilateral ya se ensayó en 2017 con el fracaso de todos conocido. Pero esa renuncia aparente no es más que el reconocimiento de una impotencia, de una derrota, por lo que ahora se plantea es justamente  aparcar esa vía hasta conseguir un apoyo masivo a la independencia que permita imponerla en su momento con el principio de la irreversibilidad del clamor de un pueblo que hasta el día de hoy, para su frustración, no alcanza ni a la mitad de la población catalana. 

Todo eso no le interesa a la élite de los empresarios catalanes reunidos ayer en el Círculo de Economía. Apoyan los indultos porque eso traerá tranquilidad a la sociedad, o eso creen ellos. No les importa que el planteamiento de los independentistas presos sea que han sido objeto de un juicio injusto llevado a cabo por unos jueces prevaricadores de modo que la decisión del presidente del Gobierno no es más que la rectificación de esa injusticia. Ni les importa tampoco que esa versión de los indultos según la cual el Poder Ejecutivo va a intervenir en la independencia del Poder Judicial para enmendarle la plana y dejar sin efecto esa sentencia “injusta” constituye una auténtica carga de dinamita colocada en los cimientos de nuestro Estado de Derecho.

Sólo quieren tranquilidad y dan por seguro que esos indultos se la van a proporcionar. Por eso, coinciden con Pedro Sánchez, que nos habla de “concordia” como si las medidas de gracia fueran a desactivar las exigencias, reiteradas una y otra vez por los independentistas, de una imposible amnistía y un igualmente imposible referéndum de autodeterminación, eso sí, pactado, en vista de que por la vía unilateral ya intentada no les ha salido bien la operación.

Desde luego -y al margen de la inmensa metedura de pata protagonizada por el presidente de la CEOE que luego intentó rectificar cuando ya era demasiado tarde- la política de indultos de Pedro Sánchez ha cosechado un éxito indiscutible en el seno del empresariado catalán adscrito al Círculo de Economía. Respaldo al que se ha sumado el obispado catalán, tradicionalmente defensor y alentador de las posiciones independentistas. De nuevo, ninguna sorpresa por ese lado.

Por eso, desde La Moncloa se está organizando a toda prisa un acto nada menos que en el Liceo de Barcelona, lugar emblemático del catalanismo militante, para que Pedro Sánchez exponga el lunes que viene “ante la sociedad catalana” su proyecto de “reconciliación” sin que de la otra parte se haya ni siquiera entrevisto el más mínimo gesto de aproximación a quienes defienden el cumplimiento de la legalidad como principio básico para la convivencia en una democracia digna de tal nombre. El presidente del Gobierno sabe que  juega en campo amigo y quiere seguir surfeando esa ola para envolverse en el aplauso de un público entregado en antemano antes de dar el paso definitivo.

Ojalá acabe por salirle bien a Sánchez esta arriesgadísima y en mi opinión profundamente equivocada y dañina para España apuesta, y al final se acabe produciendo la hoy inverosímil rectificación de las posiciones independentistas que en todos estos años no se han movido ni un milímetro de su pretensión esencial: la independencia de Cataluña, su separación de España. En eso estaban y en eso siguen y seguirán. Con indultos o sin ellos.

No tiene nada de sorprendente que el empresariado catalán se muestre favorable concesión de los indultos a los independentistas condenados por violar la Constitución, porque desde hace 10 años han estado apoyando el movimiento independentista, además de financiándolo. Sin el dinero suministrado por el empresariado catalán de alto y medio nivel los secesionistas no habrían podido sobrevivir políticamente.

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