Es público y notorio que el que para muchos fue el mejor Beatle, con permiso de los fans de John, está entre los vivos. Y es cierto que los medios hace décadas que buscan la manera de hacer titulares con los “más famosos que Jesucristo”, como ellos mismos afirmaron. De esa combinación conspiranoica urdida para vender ejemplares de papel solamente queda la anécdota que puede llegar a ser un curioso entretenimiento para el lector. Una que afirma que ese no es Paul. Ánimo con la búsqueda.

Cambió su precioso instrumento de viento por una guitarra de quince libras. Ahora faltaba aprender a tocar… siendo zurdo

Hoy cumple años, bastantes, uno de los seres más brillantes del planeta Tierra, a falta de conocer otros mundos. Macca, que así le llaman algunos, escuchó mucho piano y trompeta de su padre, ya en el vientre materno. En aquel Liverpool de los años 40 y 50 ser músico no daba para muchos lujos, pero al gran genio le cayó una trompeta niquelada preciosa cuando cumplió los catorce. Al margen del hecho evidente de que no era precisamente “cool” decirle a los colegas “hey, tíos, voy a tocar la trompeta”, y probablemente se ligaba menos, lo que quería Paul es poder cantar a la vez que tocaba. Y eso lo permitía la guitarra, que deja la boca libre. Cambió su precioso instrumento de viento por una guitarra de quince libras. Ahora faltaba aprender a tocar… siendo zurdo. Fue un problema con solución: inspirado por un póster de un guitarrista ambidiestro llamado Slim Whitman, invirtió el orden de las cuerdas y le echó ganas. No había internet.

Ya comentamos que Sir Paul McCarney tiene su propia estrella en el Universo, no muy lejos de la de Lennon. Y junto a este, el 6 de julio de 1957, se produjo lo que para muchos fue el Big Bang de la música pop en aquella Iglesia de St. Peter en Woolton en la que se conocieron. Cuenta la leyenda que cuando Ivy Vaughan les presentó, su conversación fue puramente musical. Se pusieron a tocar. Cosas de genios.

Pues hoy, con motivo de ese aniversario, es el momento de buscar entre las más de mil canciones del “músico y compositor más exitoso en la historia de la música popular” según el Guinness. Y es muy curioso cómo el subconsciente me trae, sin querer caer en las evidentes, una pequeña pieza muy linda. Tanto como una historia de las que leíamos cuando creíamos que el amor es para siempre, siempre.

Es una preciosa y única mezcla de ingenuidad, candidez y romanticismo del sencillo, del de alguien que se sonroja al coger de la mano a esa persona especial. Las escenas del vídeo lo dejan claro. Oigamos también esos arreglos orquestales y coros, sacados de la más hermosa de las ensoñaciones de cualquier princesa de cuento.

Entre ellos nace una complicidad que les lleva a verse en fiestas dedicadas a Buddy Holly y a que Paul compusiera esta canción para que la cantasen juntos

La pequeña historia de la canción que hoy pasa a formar parte de nuestra lista, comienza en el legendario Live Aid de 1985. Allí se encuentra nuestro homenajeado con nada menos que Freddie Mercury. Entre ellos nace una complicidad que les lleva a verse en fiestas dedicadas a Buddy Holly y a que Paul compusiera esta canción para que la cantasen juntos. El fraseo, la progresión vocal y los arreglos denotan dos cosas: que están pensados para poner de manifiesto la enorme capacidad vocal de Freddie, y que Paul, que tiene publicados discos de música clásica, es un enorme compositor tradicional cuando la música lo requiere. Contó Linda McCartney en televisión que Paul lloró tanto la muerte de Mercury que no quiso ni hacer declaraciones.

Lo que habrán visto esos, digámoslo ya, 79 años… Lo que se conoce, y lo que no es posible conocer, de una vida seguramente mucho más intensa de lo que nos empeñemos en imaginar.

Sí, Paul está vivo y nos ha dejado más de mil canciones. Algunas de ellas, como esta, nos invitan a recordar que la magia existe, a pesar de todo lo que creamos que trata de demostrarnos su inexistencia.