En pocas semanas y antes de irse de vacaciones, el presidente Sánchez ha sacado pecho por las vacunaciones realizadas en nuestro país -“tenemos la medalla de oro en vacunaciones”- y por la gestión de la pandemia -“quiero ser recordado por la respuesta a la pandemia”-, intentando contrarrestar que siempre estamos en la lista de países con más contagios, más sanitarios infectados y más muertos por el Covid19. Debe ser el conocido síndrome de la Moncloa, lo tuvieron antes todos los habitantes de la casa, excepto el más culto de todos ellos, Leopoldo Calvo-Sotelo. Se manifiesta por dejar de hacer caso a los colaboradores más cercanos y creerse en posesión de la verdad, ungido por el conocimiento verdadero para gobernar España.

Lo efectos de esta enfermedad los sufren los ciudadanos a los que gobierna y en especial los más vulnerables. Casi 3.300.000 autónomos están abandonados por su Gobierno desde hace dos años. Los 7.000 millones de euros prometidos para ellos en ayudas por el real decreto5/2021 aprobado el pasado mes de marzo no han llegado cinco meses después. Se anunciaron como la ayuda esperada durante un año “a los sectores más vulnerables y afectados por la pandemia”; fue la ministra de Asuntos Económicos Nadia Calviño quien lo hizo en rueda de prensa tras el Consejo de Ministros.

La realidad cinco meses después es muy distinta. En Andalucía han ampliado hasta el 15 de septiembre las líneas de ayuda porque de los 560.000 autónomos andaluces, solo 30.000 han logrado solicitarlas. Lo mismo sucede en Baleares: de los 1.100 millones de euros prometidos para los 80.000 autónomos, solo 20.000 los han pedido. Y en Madrid solo 35.000 de los 414.000 autónomos madrileños que aún sobreviven. ¿Por qué? Porque no son ayudas directas, son subvenciones y son un engaño. La ley de subvenciones  obliga a que tenga que estar acogida a un gasto, y han considerado gasto las facturas pendientes a proveedores a fecha 31 de mayo, pero la mayoría de los autónomos no tienen deuda, no han podido dejar de pagar la gasolina los taxistas, ni dejar de pagar la luz de sus tiendas los comerciantes, ni siquiera el Gobierno les ha permitido dejar de pagar los impuestos.

Ni reparto autonómico, ni subvenciones, los autónomos siguen esperando hechos que no llegan, y siguen soportando los anuncios altisonantes y vanidosos de un Gobierno que les ha abandonado

La cantidad de 7.000 millones para casi 3.3 millones de autónomos ya era irrisoria; en Alemania la ayuda fue de 50.000 millones, o lo que es lo mismo, por cada 100 euros de pérdidas su gobierno les ha ayudado con 74€ de ayudas directas; en Francia 20.400 millones, 58 € por cada 100 de pérdidas, y en Italia de 25.000 millones de euros, 44 € por cada 100 perdidos. En España la cantidad correspondería a 14€ de ayudas por cada 100 € perdidos, la más baja de Europa, y no hay manera de cobrarla. Además en España no se reparten con un criterio uniforme, no son iguales en todas las regiones porque son las Comunidades Autónomas quienes lo hacen.

Somos la excepción europea, el único país que no destina ayudas directas a los autónomos. Era muy fácil hacerlo si querían que realmente la ayuda llegara a los damnificados; todos los autónomos han hecho la declaración de IRPF del 2020 y las empresas han entregado el impuesto de sociedades. En Alemania basta con introducir el DNI o el CIF de la empresa en la web de la Agencia Tributaria Alemana y reciben en su cuenta corriente la diferencia de lo declarado en el trimestre del año anterior, en comparación con el actual. Ni reparto autonómico, ni subvenciones, ni falsas ayudas anunciadas, los autónomos siguen esperando hechos que no llegan, y siguen soportando los anuncios altisonantes y vanidosos de un Gobierno que les ha abandonado. No sorprende que sea nuestro presidente el líder europeo peor valorado tras la pandemia.

Cuando se critica la actitud de algunas comunidades autónomas como la de Madrid por establecer un debate entre la salud de su población o evitar que su economía se derrumbe, cuando se mantienen restaurantes y bares abiertos a pesar de la  pandemia y se la critica por no obligar a un cierre total de negocios, habría que recordar que es posible ese cierre en Alemania, en Francia, Italia o Portugal gracias a las ayudas que reciben sus autónomos. En España una vez más, malos gobernantes nos obligaron a elegir entre morir contagiados o morir de hambre.

En pocas semanas y antes de irse de vacaciones, el presidente Sánchez ha sacado pecho por las vacunaciones realizadas en nuestro país -“tenemos la medalla de oro en vacunaciones”- y por la gestión de la pandemia -“quiero ser recordado por la respuesta a la pandemia”-, intentando contrarrestar que siempre estamos en la lista de países con más contagios, más sanitarios infectados y más muertos por el Covid19. Debe ser el conocido síndrome de la Moncloa, lo tuvieron antes todos los habitantes de la casa, excepto el más culto de todos ellos, Leopoldo Calvo-Sotelo. Se manifiesta por dejar de hacer caso a los colaboradores más cercanos y creerse en posesión de la verdad, ungido por el conocimiento verdadero para gobernar España.

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