Nos atacan coños insumisos de goma, terribles y membranosos como pterodáctilos; nos atacan carteles de cine de verano, de fiesta de pueblo, con lunas cocteleras y estrellas de alumbrado municipal y Vírgenes de estantería de tómbola; nos atacan exposiciones iconoclastas de artistas con perillita, un poco perdidos entre el Almodóvar calatraveño y el SoHo. Nos ataca cualquier cosa, porque hemos decidido estar siempre atacados, que es una actitud histérica y comodona, como el que está en la mecedora con la escayola exigiendo caprichos y el rascador, y encima que te aguanten el mal humor de la pata quebrada. Nos ataca el heteropatriarcado como si nos atacara Conan, y el lenguaje poco disociado en género o en tribus, y el manspreading rascahuevos, y una ecuación de segundo grado sin perspectiva socioafectiva. Nos atacan, en fin, demasiadas cosas por uno y otro lado, el cartel de Zahara o todavía la minifalda de Manolo Escobar, y todo esto parece demasiado ridículo y coñazo ya.
Te puede interesar
Lo más visto
- 1 Estos son los posibles sucesores del Papa Francisco
- 2 Antonio Turiel: “Hay que estabilizar la red, pero cuesta dinero"
- 3 Estos son los móviles que tendrán Internet gratis en todo el mundo
- 4 Cómo funcionaron los aviones y aeropuertos durante el apagón
- 5 Por qué tenía luz e internet Mercadona
- 6 RTVE duplica La Promesa y anuncia un ligero cambio horario
- 7 Tumban 50 multas que un inspector puso a la cadena Primor
- 8
- 9 Podemos: Pablo Iglesias baraja una abstención a un pacto entre PSOE y Cs en caso de bloqueo