María Jesús Montero te lo arregla el lunes, hombre, que ya está bien de tanta porcelanosa de tribunales, de tantos protocolos legislativos que parecen funerales de infante allí en el Congreso, que es como una capilla del Greco. María Jesús Montero te lo arregla el lunes, sin problemas; el impuesto, el presupuesto, la ley irónicamente ilegal, el descuadre, la plusvalía, el asuntillo, lo que sea. Lo arregla moviendo esas pilas de documentos de los funcionarios con una manzana del otro día encima, y migas del bocadillo sindical, y un expediente eterno, momificado, hecho ya capitel o tumba de Colón en lo alto. Lo arregla cambiando un número de columna, haciendo un ocho de un tres, como si fueran notas de los escolapios, o llevando un papel mágicamente de un cajón al de al lado. María Jesús Montero te lo arregla el lunes, tranquilo, que 1200 millones no son nada, chiqui, y así todo, que nuestros deseos son leyes y cuando el Constitucional diga algo a ver quién se acuerda.

Eso de las leyes, los presupuestos, los impuestos, parece muy complicado... como si hubiera que construir una catedral de párrafos flamígeros entre mucha gente a la vez ceremoniosa y científica"

LUIS MIGUEL FUENTES

María Jesús Montero te lo arregla el lunes, hombre, que ella es la ministra de los apaños, siempre con hilo y aguja encima, siempre con llave inglesa en el bolso como una plancha de madre de folclórica. Si hace falta un impuesto, inventárselo, reescribirlo, emborronarlo, adecentarlo, repellarlo, ella se encarga y lo hace como en dos puntadas, con sus gafas de coser y su brío de botón suelto, colada enérgica o enladrillado furioso. Eso de las leyes, los presupuestos, los impuestos, parece muy complicado y como comunal, como si hubiera que construir una catedral de párrafos flamígeros entre mucha gente a la vez ceremoniosa y científica. Pero te aseguro yo que no, que María Jesús te lo arregla el lunes, nada más entre por el despacho, saque el tamponcillo como un anillo de Richelieu y mande formar a los secretarios como al servicio de Balmoral.

Dices tú el Congreso y el Constitucional, pero María Jesús Montero te lo arregla el lunes, que eso es cuestión de echarle cara y autoridad, que se trata del Gobierno, hombre, o sea la mismísima voluntad democrática encarnada como en su Santa Cena. Aquí hemos estado seis meses sin Congreso y ya ves qué falta hacía, pudiendo firmar Sánchez decretos igual que los despachos de un zar con flecos gordos como fideos. Y el Constitucional, vamos, que el estado de alarma fue ilegal y ahí quedó, y el impuesto de plusvalía es ilegal y el lunes te lo arregla María Jesús Montero, hombre, que te ahogas en un vaso de agua. El TC, en fin, que cuando dice algo sólo afecta en los Cielos, como cuando se beatifica a un fraile con borriquillo o con escoba. Estorban, el Congreso y el TC sólo estorban, ahí siempre poniendo pegas, bailando en círculos, croando, todos esos jueces como cigüeñas negras y esa oposición como un orzuelo de beata.

María Jesús Montero te lo arregla el lunes, tenlo por seguro. Si hace falta el impuesto se saca el impuesto, y si hace falta ya, pues la ministra te hace un decreto como croquetas o como mampostería y en nada tenéis ahí el dinero, voluminoso, cacharrero, popular, como un gran monedero de señora de bingo. Yo sé, compañero, que hace falta dinero, que vamos por detrás en las encuestas, que los socios de progreso son insaciables y estáis ahí en los ayuntamientos con vuestra feria de la tapa, con vuestras asociaciones vecinales de salvar el mundo, sin tener nada que repartir. O sea que no está la cosa para esperar leyes ni para estar mirando cómo el Congreso va rotando lentamente sobre sí mismo como un planetario de señoros. Pero María Jesús Montero te lo arregla el lunes, hombre, faltaría más.

Confía, compañero, porque la ministra estaba crecida y flamenca como la flamenca del Whatsapp, ahí en el Congreso de su PSOE andaluz, que se reinicia en las esencias (“somos socialistas, somos Andalucía” era el lema, recuerda, porque la derecha es toda de Suiza, como los chocolates, los relojes, las vacas, los colegios y los sombreritos ridículos). Montero es la ministra de los apaños pero así, en la necesidad y en la euforia, aún más, como una abuela que va a por el hilo blanco o a freír un huevo ante la emergencia del nieto. Algún cenizo hay por ahí diciendo que el decreto podría ser inconstitucional, pero eso da igual, que lo que dicta el Constitucional, lleno de gente que parece fotos de antepasados, sólo afecta a los antepasados. María Jesús Montero no ha aparecido por la rueda de prensa, sin duda por modestia, pero su mensaje y su sacerdocio zurcidor los veremos en el decreto, en ese tres que será un ocho, en esa frase como de origami que se desplegará después en pura democracia, en pura justicia recaudatoria.

El Congreso empeñado en frenar la democracia con sus escaños fachas que forman como una rueda dentada

La plusvalía, la inconstitucionalidad, los presupuestos hechos de nuestras convenientes presuposiciones, los milloncejos perdidos como dedales, la urgencia de dinero que tiene Sánchez, que hace esa buena política socialista de grifito de oro y pena, abriendo o cerrando su grifito de oro y pena; los tribunales apalomados de soberbia, el Congreso empeñado en frenar la democracia con sus escaños fachas que forman como una rueda dentada; el contratiempo, el obstáculo, la cosa, el asuntillo ése nuestro, lo que sea, María Jesús Montero te lo arregla con la tiza en la oreja, que la democracia no es tan complicada cuando se sabe lo que quiere el pueblo, o sea nosotros, compañero. Te decía yo que María Jesús Montero te lo arreglaba este lunes, hombre. 

María Jesús Montero te lo arregla el lunes, hombre, que ya está bien de tanta porcelanosa de tribunales, de tantos protocolos legislativos que parecen funerales de infante allí en el Congreso, que es como una capilla del Greco. María Jesús Montero te lo arregla el lunes, sin problemas; el impuesto, el presupuesto, la ley irónicamente ilegal, el descuadre, la plusvalía, el asuntillo, lo que sea. Lo arregla moviendo esas pilas de documentos de los funcionarios con una manzana del otro día encima, y migas del bocadillo sindical, y un expediente eterno, momificado, hecho ya capitel o tumba de Colón en lo alto. Lo arregla cambiando un número de columna, haciendo un ocho de un tres, como si fueran notas de los escolapios, o llevando un papel mágicamente de un cajón al de al lado. María Jesús Montero te lo arregla el lunes, tranquilo, que 1200 millones no son nada, chiqui, y así todo, que nuestros deseos son leyes y cuando el Constitucional diga algo a ver quién se acuerda.

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