Por evidente, el titular no tiene menos enjundia. De entrada, alguien podría pensar que se trata de una obra de carácter metafísico, y algo de eso hay. O de alguna revelación de oscuras verdades del pasado, y también. Pero, claro, en teoría no se trata nada más, y nada menos, que del libro que gira en torno a una historia anclada en la música de nuestro país: la de Los Secretos.

Se trata de “Siempre hay un precio”, escrito por Álvaro Urquijo, parte fundamental y hermano de la voz ya perdida de Enrique. Ya han aparecido ríos de tinta, además de las 336 páginas de la propia obra sobre este lanzamiento, y a mí me parece que no son muchas. Sobre todo si quitamos las que se centran en la muerte de Enrique.

Primero, por lo que tiene de impulso personal el inicio de su carrera. Meses antes de la pandemia tuve la suerte de charlar con Álvaro, al calor del micrófono en antena, y era precioso para ambos recordar con qué espíritu nacían las bandas que luego acababan sonando en la radio. El propio origen del nombre, puesto en honor a lo poco que sabía su padre de las actividades “delictivo-musicales” de su prole, es una señal.

Esa capacidad para vencer a las adversidades y la falta de medios para conseguir un objetivo es algo que escasea en muchos hoy en día

De delictivo, en aquel momento, había muy poco: simplemente escaparse a ensayar y hasta montar conciertos a escondidas. Y estuvieron un tiempo así, hasta que con un utilitario de la época, fue el señor Urquijo (padre) el que les llevó a su primer concierto en serio. Allí descubrió el pastel, que tenía entonces un sabor muy dulce. Esa capacidad para vencer a las adversidades y la falta de medios para conseguir un objetivo es algo que escasea en muchos hoy en día, en la era de hacerlo todo con una app.

En segundo lugar, porque se trata de una banda con un talento sobresaliente, cuyas canciones no son simples, aunque quieran parecerlo y lo consigan. Me enamoró Déjame, allá por el 81, tras verles en Aplauso, aquel legendario programa de los sábados por la tarde.

Qué bonitos acordes, y qué hermosa forma de expresar puro despecho en un momento en el que muchos nos asomábamos a nuestros primeros amoríos. No toca complicar demasiado la letra, porque al fin y al cabo, así sentimos. Nadie hace gongorismo cuando siente algo fuerte. El corazón habla con lenguaje llano, como en su mejor canción: A tu lado.

Entiendo que lo ocurrido hace ahora 22 años en un portal del Malasaña madrileño sea centro de atención mediática, pero es vital que no ensombrezca ni al artista, ni a su banda, ni a su legado. El abuso de sustancias - mezcladas o no con medicamentos - se ha llevado a media Historia del Pop español, y ya no podemos hacer nada, salvo no olvidar lo que dejaron, sin detenernos demasiado en por qué se fueron.

Ellos, seres humanos que trataban de pelear, como todos, contra sus miedos y ansiedades para poder hacer lo que realmente les gustaba

Debe ser un buen ejercicio de Memoria Histórica para todo aquel que también estaba en los 80 leer este libro, en el que seguro que el lector descubre mucho en lo que reflejarse. Porque, a fin de cuentas, esas canciones fueron nuestra banda sonora. Y ellos, seres humanos que trataban de pelear, como todos, contra sus miedos y ansiedades para poder hacer lo que realmente les gustaba: darnos su arte.

Rindo sentido homenaje al bueno de Álvaro, que tendrá siempre “a su lado” a un hermano ausente, y que nos dedicó su tiempo de confinamiento frente a un ordenador, tecleando verdades. Es el verdadero libro de Los Secretos.