No hay nada mejor que empezar el año con un buen golpe de suerte, por ejemplo, que nos toque la Lotería del Niño, aunque rápidamente descubrirán que no todo son parabienes. Si han ganado el primer premio de la Lotería Nacional, se encontrarán con una mala noticia, deben pagar impuestos por ello (hasta hace no mucho el premio integro estaba exento de hacerlo). En concreto el premio de 200.000 euros al décimo ganador se quedará en 168.000 euros, por lo que pagarán a Hacienda un 16% del ingreso.

Ahora imagine que no ha tenido suerte de ningún tipo y que consigue esa cantidad trabajando, sí, reconozco que algo de fortuna se tiene para ganar ese sueldo. Le ahorro los cálculos, la cantidad neta sería de 119.000 euros y debería pagar cerca del 39% de su ingreso y si fuera por rentas de capital estaríamos hablando del 22%.

Resumiendo, se penaliza el ingreso derivado del trabajo y los ahorros en contraposición al ingreso por el azar, ¿no les parece increíble?

Es mucho mejor asumir que alguien triunfa por un golpe de suerte que por méritos propios y en general, la sociedad lo admite con más benevolencia. A fin de cuentas, la suerte es algo que nos puede pasar a todos, en cambio el éxito derivado del trabajo duro y la constancia son mucho más difíciles de conseguir, ya que dependen de nosotros y las excusas son escasas.

De esta forma, si alguien a nuestro alrededor, alguien similar a nosotros, consigue triunfar por sus propios medios nos genera un sentimiento desapacible y simplemente lo rechazamos. Nos duele más el merecido éxito relativo de un conocido, que el desmedido y afortunado golpe de suerte de alguien lejano. Así despreciamos y buscamos menoscabar a un semejante al que le fue bien, pero no podemos evitar sentir cierta simpatía hacia el rico, canalla y simpático heredero de una fortuna.

Todos soñamos con que la fortuna nos ame, con una herencia inesperada o con tener un hijo futbolista, siempre soñamos con cosas por las que no hemos luchado o no nos merecemos. Sabemos que además del evidente premio que conllevan de manera intrínseca, también seremos envidiados sanamente y reconocidos como portadores de una suerte de talento innato.

Cualquier gracia de nacimiento, ya sea la belleza, la inteligencia, una herencia o una habilidad superlativa para cualquier actividad, genera admiración instantánea y nos convierte en fans o followers dispuestos a olvidar o justificar cualquier otra carencia. Debemos reconocer que el atajo y el partir de una casilla de salida más avanzada, es lo mejor que nos puede pasar…  

A casi nadie le parece mal que un emprendedor se haga multimillonario gracias a la serendipia, ni que un actor de Hollywood o un futbolista ganen lo que ganan; si lo generan, ¿por qué no?

Y estoy de acuerdo en que cada uno gane lo que merece si no es a costa de aprovecharse del sistema, pero se han parado a pensar que un alto ejecutivo, en muchas ocasiones, ¿también lo genera e incluso más?  Sí, también los que trabajan en bancos y sin aprovecharse de nadie, sin embargo, la mayoría de la gente está de acuerdo en regular este tipo de salarios, pero sorprendentemente no dicen nada respecto a los de figuras como Messi o Ronaldo.

Mírenlo de otra forma, un profesor es la piedra angular de la riqueza moral y económica de un país y un cirujano salva vidas a diario y nadie sale en defensa de los salarios de estos colectivos, por muy por debajo de su aportación de valor real que estén. Un cirujano no nace con una capacidad diferente a la de la mayoría de nosotros, lo que si requiere es determinación, constancia y una capacidad de trabajo enorme, por eso en Estados Unidos, donde si están reconocidos económicamente, mucha gente sueña casarse con uno, en lugar de trabajar o estudiar para conseguirlo.

No dejo de pensar que apostar a un golpe de suerte es una muerte lenta, además de jugar contra las leyes probabilísticas, en el mejor de los casos deben saber que habitualmente, lo que fácil viene, fácil se va y para cerciorarse sólo tienen que ver la cantidad de gente que, acertando la lotería, heredando fortunas o siendo futbolistas de élite, lo terminan perdiendo todo.

Creo que no debemos soñar con más de lo que no luchamos por conseguir, pero si sólo sueñas, entonces tu camino es otro, adivinen: loterías.