Mientras las últimas acelgas se arrastran por nuestro frigorífico como monstruos de pantano, Sánchez arrastra por el Congreso su impotencia. La pandemia, el volcán y ahora la guerra son demasiados infortunios para alguien que pretendía gobernar posando con calzoncillo rojo y bandera, como el Superman latino que le han sacado luego los fans o los guasones. La pandemia, el volcán, la guerra, así los enumeró, con cadencia de cenizo, con resignación gloriosa, como los ángeles trompeteros del Apocalipsis. Eso sí, a pesar de la fuerza irresistible de la desgracia o del plan divino, Sánchez asegura que el Gobierno “está trabajando”, aunque sea en “el diálogo”, que es como trabajar sacando punta a sus lápices. De momento no tiene soluciones, ni propuestas, aunque sí un nombre, que como siempre es lo primero: “Plan Nacional de Respuesta”. Yo me acordé del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, que ahora parece perejil pocho en ese frigorífico del españolito que es como una pajarera asaltada por el gato.
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