Margarita Robles ha reconocido que aún tiene un móvil ladrillo, de 2009 o por ahí, que es como llevar en el bolso una plancha de carbón, y quizá por eso mismo ha defendido al CNI como se defendería al gremio de carteros del zar. Parece que hay otra guerra fría más, que no es con Putin, con Marruecos, con Podemos ni con Rufián y su secta con gorro de hebilla, sino entre la Moncloa y lo que queda de otro PSOE que quizá ya sólo es Margarita Robles con su plancha de carbón institucional y su despacho de coronela. Robles aún defiende al CNI como defiende su móvil 3G, por una cuestión de sentimentalidad, lealtad y hábito. El CNI no puede defenderse, su secreto es también penitencia, sólo tiene a Robles con su juramento de marino y su librito de códigos, viejo como un misal, para interponerse. La Moncloa, pagoda sanchista entre la santidad y la postalita, no puede ser la responsable (nunca lo es). O sea, que entre los que culpan al CNI y los que culpan a la Moncloa ya sabemos quién va a ganar.
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