Yo creo que, al final, es verdad que la culpa del espionaje a Sánchez la tiene el CNI. El CNI, con su señora madrastra al frente, dura y silenciosa como la madre de Whistler, y que sin embargo no se atrevía a pedirle o a robarle a Bolaños el móvil de Sánchez, más una reliquia, un fetiche, que un teléfono. Yo creo que Bolaños dormía y duerme con el móvil de Sánchez bajo la almohada, como una cinta del pelo o un camafeo de la amada imposible y cercana. No es que Moncloa se encargara de la seguridad de ese móvil, que eso ya lo reconocieron en su día, es que Bolaños no podía dejar ese móvil sin sentirse celoso, como si le diera a un funcionario la braga de la novia. Bolaños no abandonaba nunca ese móvil con olor a la loción de Sánchez, una cosa así entre pipa y deportivo nuevo, y eso es comprensible. La culpa es del CNI, que no se atrevió a entrar en una alcoba de enamorado con altarcito y robar el tesoro de toda una vida, ese móvil como un ramo de dama de honor o una servilleta con carmín.
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