Es la primera vez que un Gobierno miembro de la OTAN es en una parte partidario y en la otra parte contrario a la Alianza Atlántica. Eso es algo que nunca se vió en su historia y que probablemente nunca se volverá a ver porque es una anomalía extraordinaria.

Lo único que hace es debilitar el peso de nuestro Gobierno en la cumbre que ha de celebrarse en Madrid por la sencilla razón de que la capital de España será su sede con motivo de los 40 años de nuestra pertenencia -trabajosamente aceptada pero al final ratificada por la mínima- en el pacto defensivo.

Es inaudito que el presidente del Gobierno se jacte públicamente del “equipazo” con el que cuente, como si estuviéramos ante las mejores y más dotadas mentes que dieran los siglos, unas auténticas luminarias de Occidente, y que no son muchos de ellos más que una ridícula pandilla de retrógrados simples de toda simplicidad, o más bien de toda simpleza porque hay que ser muy, pero que muy corto de vista y de mente, para oponer a una Alianza Defensiva una Conferencia de Paz.

¿Qué tendrá que ver una cosa con la otra? Son planteamientos complementarios y el uno nunca puede sustituir al otro. 

Pero proponerlo ahora, justamente cuando varios países amenazados por Rusia llaman a las puertas de la OTAN para protegerse bajo su paraguas defensivo y cuando se van a poner en esta cumbre que empieza el mes que viene en Madrid las bases de la nueva estrategia de la Alianza Atlántica para los próximos 10 y decisivos años, es propio de jóvenes universitarios de los años 70 y 80, de aquellos de “OTAN no bases fuera”, que no parecen haber crecido intelectualmente aunque algunos cumplen ya los 80 pero han dejado pupilos igual de miopes incluso más que ellos en su época porque entonces el antiamericanismo imperialista estaba de moda en la Universidad española y ya no.

El problema de España es que esos pupilos han llegado al Gobierno de España en una carambola propiciada por Pedro Sánchez para nuestra desdicha. 

Y han dado anteayer la nota de su ausencia como Gobierno además de hacer circular el bulo de que los 37 millones adjudicados a dedo a la celebración del acto, algo que fue aprobado en Consejo de Ministros, por lo tanto con Ione Belarra, Irene Montero y Alberto Garzón de cuerpo presente en el Consejo.

O jugamos a Gobierno o jugamos a oposición revenida años 80. Pero a ambas cosas no se puede en un país serio

Y  ha tenido que salir Yolanda Díaz de la misma cuerda -aunque cada vez menos- a desmentir lo que todos ellos debían tener presente si es que se enteran de algo de lo que se discute y aprueba en el Consejo de los martes.

Ahora resulta que Yolanda Díaz sopesa no asistir a la cumbre pero resulta que ella forma parte del Consejo de Seguridad Nacional, de manera que va a tener muy difícil, casi imposible, justificar su ausencia. Y esto es lo que no puede ser. O jugamos a Gobierno o jugamos a oposición revenida años 80. Pero a ambas cosas no se puede jugar en un país serio, aunque tal como están repartidas hoy las cartas es dudoso que nosotros lo seamos.

La opinión pública internacional y la de los gobiernos, asiste estupefacta a eso que he apuntado antes, la existencia de unos ministros partidarios de la Alianza defensiva que supone la OTAN y de otros absolutamente contrarios y que contraponen a ésta una Conferencia por la Paz.


Esto es un delirio ¿Durante cuánto tiempo vamos a seguir haciendo el ridículo ante el mundo occidental? Y no es ésta una pregunta retórica.