Concluyó por fin la campaña electoral andaluza. Unos comicios, los de este 19-J, cuyas consecuencias, se ha destacado hasta la saciedad, trascenderán con mucho las de una mera convocatoria autonómica. A pesar de que, durante estos últimos quince días los principales partidos se han empeñado en negarlo, a nadie se oculta que su lectura es la que corresponde a unas auténticas primarias de las próximas elecciones generales que, apurando al máximo los plazos legales y si las circunstancias no fuerzan a un anticipo, deberán tener lugar en un plazo máximo de un año y medio.  

No descubro nada si digo que tanto a mí como a la mayoría de los andaluces y de los españoles, esta carrera electoral se nos ha hecho demasiado larga. Soy un firme defensor de que la política, a pesar de vivir en plena era digital, deberá seguir haciéndose en buena parte en las calles... pero solo en parte. Resultan cada vez más casposos y anacrónicos determinados formatos de mítines y actos públicos, pensados con la cultura comunicativa de los años ochenta y noventa, exclusivamente para la televisión, y a los que cada vez acude menos gente. Los que lo hacen en su gran mayoría no son siquiera espontáneos sino personal afecto a la formación política de turno o 'creyentes' muy devotos que únicamente buscan ver y 'tocar' de cerca a su adorado líder y salir del reciente, plaza o pabellón municipal reafirmados en su fe. De las tradicionales 'pegadas de carteles', mejor ni hablamos. 

Estas puestas en escena cuestan mucho dinero, la situación de España no está, precisamente para estos dispendios

El asunto no es baladí porque estas puestas en escena cuestan mucho dinero, y la situación de España no está, precisamente para estos dispendios. Supongo que, poco a poco, esas grandes maquinarias electorales que son los partidos políticos se irán concienciando de la inutilidad de algunos formatos tradicionales y de la utilidad, cada vez mayor de un uso óptimo de las redes sociales y otros nuevos canales de comunicación.

De más a menos…

Desde el punto de vista político, es evidente que la campaña ha ido de más a menos. Con la certeza de que Juanma Moreno repetirá cuatro años más en su cargo de presidente de la Junta de Andalucía, la gran incógnita es si lo hará con la mayoría suficiente para gobernar en solitario, con apoyos parlamentarios puntuales, o necesitará el concurso -desde el ejecutivo quiero decir- de la ultraderecha de Vox. Todo dependerá de lo lejos que se quede de la mayoría absoluta que en el Parlamento andaluz está establecida en 55 escaños. Si tal y como pronostican las encuestas obtiene no menos de 49 o 50 escaños, lo más verosímil es que le baste con que Vox no obstaculice su investidura y una vez revalidado busque en cada momento los apoyos puntuales que precise, que no tienen por qué ser necesariamente siempre a cambio de plegarse a las exigencias de una formación que mantiene esos 'tics' ultramontanos que tanto miedo siguen dando a un amplio sector de la población. 

En Vox, lo saben. Macarena Olona, lo sabe. Basta con atender, desde el mero análisis de su comunicación no verbal, a cómo ha ido modificando el rictus de su cara. Descontando el lógico cansancio tras quince días frenéticos en los que se ha vestido de flamenca, ha cantado y bailado sin freno y ha hecho amigos sirios en Kebabs, la candidata estoy seguro que es consciente ya de que ha constituido un error 'de manual' el hecho de arrancar la campaña gritando a los cuatro vientos que iba a doblar la representación de su partido en el parlamento andaluz. Ello suponía un reto titánico de entrada y poner en bandeja la fácil crítica de que, todo lo que no sea obtener 25 o 26 escaños, es un fracaso para los de Abascal. ¿Y si se quedan en 18? Obtener cinco o seis parlamentarios más de los que tienen sería un éxito indudable, pero ellos mismos se han puesto plomo en las alas. El arte de la comunicación política es complejo, y requiere de una notable experiencia, no solo de voluntarismo populista. 

¿Le habrá merecido la pena a Vox perder a uno de su mayores activos parlamentarios para que se quede calentando un escaño en un parlamento autonómico

La gran cuestión es que, ya sean 18 o 22 los escaños obtenidos, si a Juanma Moreno no le son imprescindibles, no les valdrán para nada. ¿Le habrá merecido la pena a Vox perder a uno de sus mayores activos parlamentarios en la carrera de San Jerónimo para que se quede calentando un escaño en un parlamento autonómico? 

Lo que tengo muy claro es que de muy poco ha servido la teatral y  permanente caricaturización del sentir y el ser de aquella gran tierra, dando la sensación de que sus habitantes están a todas horas bailando sevillanas y bebiendo fino es una enorme falta de respeto a los votantes, solo equiparable a la de la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, cuando recurre permanentemente al comodín del dictador, como si Franco se presentara también a estos comicios. ¡A ver cuando los políticos aprenden de una buena vez a tratar a los ciudadanos como mayores de edad! Andalucía es Andalucía y, más que nunca, he notado que los andaluces quieren progresar, seguir creciendo y quieren estabilidad y buena gestión. Ninguna sofisticación de mercadotecnia política llega a la gente como un mensaje claro y diáfano de resultados o proyectos concretos a realizar.

El PSOE… salvando los muebles y luchando contra el ‘voto oculto’

Qué decir Juan Espadas, a quien le ha tocado 'bailar con la más fea'. Su papel, tras los reiterados ataques desde las filas de la derecha, unos más justificados que otros, a cuenta de la reciente historia de corrupción de su partido, le dejaba el campo de juego muy acotado. En mucho años de gestión en el ayuntamiento de Sevilla ha demostrado sobradamente de ser un buen gestor, sin embargo en esta campaña electoral habría hecho falta concretar algo más su modelo de comunidad y proyectarse más como una autentica alternativa.  Creo, sinceramente, que ha tratado de hacer lo que ha podido y tengo para mí que conseguirá salvar los muebles con más solvencia de la que muchos le suponen. Repetir los 33 escaños de los que dispone su grupo en la cámara andaluza sería todo un éxito, visto la que ha caído en los últimos años para el PSOE andaluz. De igual forma que estoy seguro de que, buena parte de ese voto oculto del que se habla, y que situaría un trasvase no menor de un diez por ciento de los socialistas hacia el Partido Popular, no va a ser tal. Creo, en cambio, que Juanma Moreno se beneficiará de mucho voto oculto -esto sí que es 'voto útil' puro y duro- de ciudadanos que dicen públicamente que van a elegir a Macarena Olona (porque en ciertos ámbitos mola alardear que se está con Vox) cuando saben perfectamente que, en las actuales circunstancias, el activo más valioso de un responsable político es una buena gestión. Y Juanma Moreno ha hecho gala de ella.  'Ni tanto para Vox, ni tan calvo para Espadas'.

Ciudadanos no va a desaparecer. La extrema izquierda, castigada por la división

Lamento profundamente que Ciudadanos, que en origen fue una excelente idea y que tenía un hueco imprescindible y necesario en el panorama político, haya terminado muriendo por inanición. Creo sinceramente que no lo merecen y que han sido víctimas, una vez más en la historia de España, de lo mal que se entiende en este país, cainita y polarizado, el término 'liberal'. También en este caso, las encuestas se van a equivocar y que también existe mucho votante que se avergüenza de reconocer que va a elegir a los naranjas lo que me hace presagiar que el señor Marín no va a estar solo en el parlamento andaluz. Si finalmente son dos o tres los escaños obtenidos no es asunto menos porque son los que pudieran permitir a Juanma Moreno escapar del permanente chantaje de la ultraderecha. Expresiones como la pronunciada por la candidata Olona, retando a Moreno a insertarla en el gobierno con que tan solo necesitara un escaño de Vox, no hacen más que retratar la auténtica idiosincrasia de este partido.

La izquierda, dividida en estos comicios en dos marcas enfrentadas e irreconciliables cosechará el fruto de esta torpe guerra fratricida

La izquierda, dividida en estos comicios en dos marcas enfrentadas e irreconciliables cosechará el fruto de esta torpe guerra fratricida. ¿Alguien puede explicarme, de verdad, qué diferencias programáticas e ideológicas entre doña Teresa Rodríguez y la candidata Inma Nieto? Yo no las percibo. Solo veo una lucha suicida de 'egos' que enterrará a toda esa porción de votantes a la izquierda del PSOE a una 'casi irrelevancia' que creo que no merecen. 

Las espadas están en alto y todos contienen el aliento. Por mi parte, solo me queda añadir que triunfe la democracia, la libertad… y que nadie se quede en su casa. Votar es muy importante y nadie debería renunciar a un derecho sacrosanto de los ciudadanos que ha costado siglos de sangre, sudor y lágrimas alcanzar.

Concluyó por fin la campaña electoral andaluza. Unos comicios, los de este 19-J, cuyas consecuencias, se ha destacado hasta la saciedad, trascenderán con mucho las de una mera convocatoria autonómica. A pesar de que, durante estos últimos quince días los principales partidos se han empeñado en negarlo, a nadie se oculta que su lectura es la que corresponde a unas auténticas primarias de las próximas elecciones generales que, apurando al máximo los plazos legales y si las circunstancias no fuerzan a un anticipo, deberán tener lugar en un plazo máximo de un año y medio.  

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