"Giorgia, sei ispirazione". Son las tres palabras con las que inicié y concluí mi discurso durante el mitin que, en la pasada campaña electoral andaluza, celebramos en Marbella junto a Santi Abascal, presidente de Vox. Giorgia y yo nos habíamos conocido apenas unos meses antes, de manera fugaz, pero acto seguido ella subió al escenario, tomó la palabra, y el recinto ferial donde celebrábamos el evento Viva 21 -se cumple ahora casi un año-, enmudeció por completo.
¿Cómo una mujer a la que, cuando he abrazado, he cubierto casi por completo entre mis brazos, podía esconder ese huracán? Fuego. Como la llama que aparece en el escudo del partido que preside, Hermanos de Italia (Fratelli D’Italia). Giorgia es puro fuego alimentado por un profundo amor hacia su pueblo. Avanzaba en su discurso y con su voz grave nos arrastraba a los asistentes hacia la esperanza que ella ha liderado en Italia: Identidad, familia, religión, patria. Soberanía del pueblo. Y sin embargo, cuando Giorgia Meloni hizo definitivamente suyo a un auditorio ya rendido, fue cuando, bajando levemente el tono de su voz, dijo: "Soy Giorgia. Soy una mujer, soy una madre, soy italiana, soy cristiana. No me lo vais a quitar".
No era la primera vez que pronunciaba aquellas palabras que se remontan al mitin que celebró en Roma en octubre de 2019. Pero sí era la primera vez que yo las escuchaba. Y Giorgia, de manera involuntaria, se convirtió para mí en inspiración. Hasta el punto de emular su discurso cuando, como política, a quien me he dirigido es al pueblo español. Giorgia es una italiana más, a quien nadie le ha regalado nada. Porque los orígenes de la líder italiana están en Garbatella, un barrio popular de Roma. Pero ella es una luchadora nata, acostumbrada a nadar contracorriente. Con el gran ejemplo de su madre, a quien reconoce deberle todo, porque, ante la ausencia del padre, sacó adelante a sus dos hijas pequeñas.
Una cuestión es lo que nos pasa y otra cómo lo afrontamos, esto depende de nosotros. Es lo que marca la diferencia"
Si añado que Georgia es madre soltera de una niña pequeña de 5 años, habré completado los paralelismos de dos vidas que, sin necesidad de explicación, te hacen reconocer las cicatrices del alma. Y sentirme muy próxima. En su autobiografía Io sono Giorgia. Le mie radici, le mie idee (Rizzoli), comparte uno de sus principios: "Una cuestión es lo que nos pasa y otra cómo lo afrontamos, esto depende de nosotros. Es lo que marca la diferencia". Yo lo describo con un lema: "Somos lo que superamos".
Giorgia, para mí, es inspiración. Pero también es referente ideológico. Lo cual no implica una identidad absoluta, pero sí puntos de unión muy destacados. Soy una mujer, soy una madre, soy española, soy cristiana. Y, como política, he luchado, y seguiré luchando, para que nadie me lo arrebate. Dando la batalla contra la dictadura del pensamiento único. Amo a mi pueblo y le quiero soberano. Lo cual no significa salir de la Unión Europea, pero sí volver a sus principios fundacionales y respetar la soberanía de los Estados miembros, pensando en los españoles lo primero. Soy cristiana y hago testimonio público de mi fe. No ha habido mayor orgullo para mí que ser diputada electa por Granada donde, el día de la Toma, se puso fin a ocho siglos de invasión musulmana en España y supuso el triunfo de los valores occidentales en toda Europa.
Soy una firme defensora de la democracia. Y de los derechos y libertades, en especial, el de la igualdad. Lo que me lleva a combatir ideologías totalitarias que pretenden colectivizar y victimizar a las mujeres o las personas homosexuales, convirtiéndoles en seres inferiores, porque solo así tienen la excusa para hacer política con ellos. No. Yo represento a la mujeres que no necesitan ninguna manifestación para saberse iguales a los hombres. Y que se revuelven y no se marchan dóciles tras la columna frente a prácticas machistas. Creo que nuestra sociedad no tendrá futuro sin una auténtica defensa de la familia y la natalidad, que implica políticas firmes y decidas, que llenen los paritorios y vacíen las clínicas abortivas de mujeres que no han encontrado otra salida. Creo en el esfuerzo de los españoles, que pasa por facilitarles la creación de riqueza y no condenarles a vivir en un país subvencionado.
Así que, como política de derechas, española, muy orgullosa de ser mujer, a ti, Giorgia, de mujer a mujer, te digo: SEI ISPIRAZIONE
A Giorgia, que del 4% electoral en 2008 ha escalado al 25% de los votos, la califican de fascista o extrema derecha: "Nos describen como monstruos y por ello están diciendo que el 25% de los italianos son monstruos". También aquí en España nos llaman fascistas a los casi 4.000.000 de españoles que en las pasadas elecciones generales votamos a VOX, hoy tercera fuerza política, por defender valores similares. No es fácil encontrar líderes políticas que puedan servir de referente. A derecha e izquierda. Líderes políticas, se compartan o no sus postulados. Y no es sencillo por la escasez del número de mujeres políticas que han alcanzado auténticas cuotas de poder. No hablo de relevancia o eco político. Hablo de poder político en el aparato de los partidos al frente de las Instituciones Públicas.
Giorgia Meloni, que se dice orgullosa de ser mujer pero que no se considera feminista, que defiende la meritocracia y está en contra de las cuotas femeninas, alcanza con su éxito, un hito indiscutible: ha roto todos los techos de cristal en Italia y se ha convertido en la primera mujer que llega al Palacio Chigui. En la primera mujer que preside el Consejo de ministros en Italia a sus 45 años, su merito no estriba en ser mujer. Pero si Italia tiene por primera vez en su historia una Primera Ministra en el año 2022, debería ser unánime el reconocimiento de este hito histórico. Porque Giorgia hizo ayer historia en Italia. Un hito en la conquista de espacios por las mujeres. Y, sin embargo, como la mujer política es de derechas, la izquierda le arrebata y silencia su condición de mujer. Así que, como política de derechas, española, muy orgullosa de ser mujer, a ti, Giorgia, de mujer a mujer, te digo: SEI ISPIRAZIONE.
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