Son como el agua y el aceite. Son realmente incompatibles en sus planteamientos y en la manera de observar España.
No tienen ningún punto en común y la sesión del Senado solo sirvió para ejercitarse en un intercambio de golpes sin resultado aparente. Incluso la cuestión de Doñana, que se esperaba que fuera la "reina" del debate, pasó entre golpes recíprocos, pero sin que nos pudiéramos enterar de cuál de los dos contendientes tiene razón, o si la tienen los dos.
El caso es que el presidente de la Junta andaluza no ha tenido la mejor idea al tratar de resolver el problema de los regantes en situación irregular de la corona norte de Doñana en pleno período preelectoral.
Estaba claro que el asunto iba a ser utilizado, como lo está siendo, para desacreditar al Partido Popular en estas elecciones, que en el caso de Andalucía son únicamente municipales pero tienen una gran importancia porque se dirimen no sólo las ciudades y los pueblos sino también las diputaciones.
Y en el caso de Huelva se dijo que el interés de Juanma Moreno en este momento preciso era conseguir la Diputación de Huelva. Pero ha sido a costa de que el PP llegue a plantear su proyecto ante el comisario europeo y de que Virginius Sinkevicius haya expresado el rechazo total de la Comisión a la proposición de ley para amnistiar a casi 1.000 pozos en situación ilegal. Y le ha recordado al presidente de la Junta que el cumplimento de la ley europea y de la sentencia del TJUE es obligatoria.
Sin embargo, el presidente del Gobierno no ha hecho toda la sangre que podía haber hecho con este asunto en el que Alberto Núñez Feijóo tenía todas las de perder. Quizá fue porque la ministra Teresa Ribera, que lo es de la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ya le ha dicho a Juanma Moreno que, o retira la ley, o ella no se sienta para hablar de los regantes.
Más contenido ha tenido la cuestión de las viviendas. Independientemente de los datos totalmente contradictorios con que el presidente Pedro Sánchez ha atacado a Núñez Feijóo en sus tiempos de mayorías absolutas y los que esgrimía a su vez el líder gallego, lo que había allí eran dos modelos incompatibles en los términos en los que ambos políticos lo planteaban.
Y eso es lo que, los que hayan visto el debate, sacarán en claro. Los dos están testados y los dos tienen contraindicaciones, pero en mi opinión, tiene muchas más el modelo que propone ahora el Partido Socialista.
Los anuncios de tropecientos mil pisos sociales pueden quedarse en nada como siempre o por el contrario pueden empezar a construirse inmediatamente
Los anuncios de tropecientos mil pisos sociales pueden quedarse en nada como siempre o por el contrario pueden empezar a construirse inmediatamente, pero siempre será en la próxima legislatura cuando se terminen. Y para entonces todo puede haber cambiado en España, así que estos anuncios, o llegan al comienzo de las legislaturas o están condenados a servir de reclamo electoral sin que se sustancien en paredes y techos, que es de lo que se trata.
"Vamos a poner en marcha la mayor promoción de vivienda pública de las últimas décadas". Pero, ya digo, eso se hace al comienzo de la legislatura, no al final y cuando faltan apenas cinco semanas para unos comicios autonómicos y municipales en los que se espera que acudan los jóvenes a quienes van dirigidos estos anuncios imposibles de concretar en lo que queda de ejercicio del poder.
Este ha sido el último debate antes de las elecciones de mayo. Después de estos comicios comprobaremos cuál de los dos se comporta como el ganador de las elecciones de diciembre.
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