Enfilamos el final de un verano de incendios voraces como el de Tenerife o Maui, asesinatos escalofriantes en tierras lejanas con protagonistas nacionales como Daniel Sancho, magnicidios en campaña electoral como el sufrido por Fernando Villavicencio en Ecuador, apariciones estelares como la del argentino Javier Milei y reapariciones judiciales como la de Donald Trump, un impás político patrio con las espadas en alto de Sánchez y Feijóo, y hasta muertes anunciadas como la del oligarca Yevgueni Prigozhin en el entorno de una guerra en Europa que parece interminable. 

En suma, otro verano caliente en las redacciones contra el pronóstico de quienes creen que la canícula facilita la desconexión global. También de forma imprevisible ha estallado en España una revolución en el mundo del fútbol femenino que lleva fraguándose desde hace años.  

Aunque nunca me ha gustado el fútbol, quizá por aquel carrusel deportivo radiofónico que acompañaba el regreso a la rutina cotidiana, me descubrí este mes de agosto siguiendo la evolución del mundial, y con ganas de saber más sobre sus protagonistas. Esas 23 mujeres de la selección española parecían determinadas a lograr sus sueños, imparables, inasequibles al desaliento. Ni la derrota por goleada contra Japón pudo con su firme voluntad de triunfo. 

En nuestro WhatsApp de hermanos y primos (Montes, por el apellido de nuestras madres) Olga, la más futbolera, se hacía eco de los goles de su tocaya Carmona, y Maite mostraba tanto entusiasmo como cuando está pendiente de los partidos de Carlos Alcaraz. Este foro me sirve de termómetro social y ahí se vibraba con la Roja. He de decir que entre nosotros no hay "señoros". Los hombres de nuestra comunidad son feministas. Tienen como referente al abuelo José María Montes, que cambiaba los pañales a sus hijas en una época en que eso era anatema. David, Jaime, Carlos, y Pablo han seguido su estela.  

Las futbolistas de la Roja despiertan pasión entre las generaciones más jóvenes, sobre todo entre las niñas. Que muchas de ellas quieran ser como Alexia Putellas, Salma Paralluelo o Aitana Bonmatí es una revolución. Son referentes en un entorno que llevaba años siendo "cosa de hombres". Y cuando algo así sucede, en cualquier ámbito, no es por azar, sino fruto del trabajo y el sacrificio de muchas predecesoras.  

Tomo como ejemplo a Vero Boquete pero hay muchas más. Boquete, un auténtico fenómeno en el campo, tuvo que aceptar contratos fuera de España para seguir creciendo como deportista. En el documental de Movistar+ Romper el silencio, Boquete dice: "Sé que soy incómoda porque siempre quiero lo mejor. Rendir al máximo individualmente y en equipo". Por aspirar a la excelencia era incómoda.  

Fue una de las futbolistas que denunció al anterior entrenador de la selección española Ignacio Quereda, que se recreaba vejando a las deportistas, a quienes llamaba "chavalinas" y les decía: "Necesitas un macho", "vaya plaza de toros tienes", "siempre serás mediocre, no vales nada". Ha vuelto a circular un video en el que es evidente su falta de respeto a las jugadoras.

Quereda, que se vio forzado a dimitir en 2015 tras una protesta de todas las jugadoras, tampoco las preparaba adecuadamente. De hecho, ellas incidieron, sobre todo, en cómo había descuidado su entrenamiento. Llevaba en el puesto desde 1988. Su recambio fue Jorge Vilda. Aquello fue un primer paso, muy importante, pero como temían muchas, hubo represalias. La periodista Danae Boronat narra aquella lucha en No las llames chicas, llámalas futbolistas

Empezaron a dejar de tener miedo y eso es lo más difícil. El siguiente paso es la unidad. El verano pasado un grupo importante de jugadoras, 15 en grupo y tres de forma particular, criticaron abiertamente a Jorge Vilda. Finalmente el pulso no llegó a concretarse porque el vestuario se dividió. La mayoría de las rebeldes quedó apartada de la selección. Parecía que la cercanía del Mundial había unido a las jugadoras con un propósito: demostrar de lo que eran capaces. 

Siempre emocionan los éxitos en el deporte porque de alguna manera representan lo mejor del ser humano: lloramos de alegría con Rafa Nadal y Carlos Alcaraz, con la medalla de oro de María Pérez y Álvaro Martín y con estas mujeres de la selección de fútbol que han transmitido un coraje fuera de serie. Por ello, es especialmente grave lo que ha hecho Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Fútbol, ahora suspendido por la FIFA, y quienes le han aplaudido o asienten en silencio. Porque lo que muestra Rubiales es el reflejo de un sistema que lleva funcionando años. Por eso el directivo se extraña tanto de que nos escandalicemos. 

Rubiales dice ser objeto de un asesinato social cuando lo que ha cometido es un suicidio social"

Ese beso abusivo a Jenni Hermoso y esos tocamientos en el palco son una muestra de falta de respeto a la jugadora, a los éxitos de la selección y a toda una nación. Pero aún peor es que se victimice para exculparse. Dice ser objeto de un asesinato social cuando lo que ha cometido es un suicidio social. Las deportistas llevaron a España a ser ejemplo de lucha y entrega, mientras que Rubiales y sus acólitos nos avergüenzan en la escena internacional. 

"Se acabó", han entonado a coro las campeonas del mundo a los "señoros" que hasta ahora han gobernado las bambalinas del fútbol. No van a volver a la selección hasta que se vayan los Rubiales y cia. Jugadoras de todo el mundo se han unido a su clamor. Empiezan a sumarse sus compañeros, como Iker Casillas, Andrés Iniesta o Eder Sarabia, pero muchos aún guardan silencio, un silencio preocupante porque "para salirse con la suya los hombres malos solo necesitan que los buenos no hagan nada". (John Stuart Mill). 

Pero hay esperanza. Porque el coraje de quienes rompen barreras actúa como un imán para todas aquellas que han callado hasta ahora. Porque los Rubiales son el pasado con el que nada tienen que ver los hombres que aman de verdad a las mujeres y a otros hombres. Porque los buenos de verdad, antes o después, pasan a la acción. Y porque lo veo en mi familia, en mis amigos, en mis compañeros. No pertenecen a la misma especie que los Rubiales. Quiero creer que es una especie en extinción.